Cuba y Vietnam: génesis de una historia de hermandad

Por Liurka Rodríguez Barrios, segunda Jefa de la Misión de la Embajada de Cuba en Vietnam

 

Vietnam fue mi primera noción del mundo exterior. Por los 80 se entonaba en cada reunión matutina escolar una suerte de canción: “Voy a contarles algo que les gustará, es la historia del pequeño Ly, si quieres conocer a un niño de Vietnam, escucha atento que voy a empezar”. Después seguía la esperanza del joven vietnamita que soñaba su tierra sin yanquis, y aprendió la mejor de las lecciones: “Vietnam vencerá” y venció. El pequeño Ly ya creció y anda todavía contando las historias de la guerra con sus tributos de héroe.


Alguien podría preguntarse cómo pueden Cuba y Vietnam, dos países de cultura, geografía y costumbres distantes, tener una amistad tan especial y duradera.

Debemos remontarnos a más de un siglo atrás: a ese azar del calendario, cuando marcó un 19 de mayo el nacimiento de Ho Chi Minh en 1890 y la caída en combate de José Martí en 1895.

Ambos próceres asumieron la independencia de la Patria como lo más sagrado, la unidad como premisa de victoria y cifraron en los niños y jóvenes la esperanza de un futuro luminoso.

Como si fuera poco la coincidencia, los dos héroes legaron profundas palabras de admiración y respeto por cada tierra lejana, nunca visitada por ellos, pero jamás desconocida.

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El ex presidente cubano, Fidel Castro, recibido por altos dirigentes vietnamitas en su visita a Vietnam en 1973

Martí acercó a la infancia en su joya literaria que es la Edad de Oro, a la entonces tierra de los Anamitas, donde sus hombres y mujeres trabajaban a la vez el bronce y la seda. Así, escribió el Apóstol al referirse a ese pueblo laborioso, como si se hubiera vestido él mismo, de su piel y valor:

“ (…) y cuando los franceses nos han venido a quitar nuestro Hanoi, nuestro Hue, nuestras ciudades de palacios de madera, nuestros puertos llenos de casas de bambú y de barcos de junco, nuestros almacenes de pescado y arroz, todavía, con estos ojos de almendra, hemos sabido morir, miles sobre miles, para cerrarles el camino. Ahora son nuestros amos; pero mañana ¡quién sabe!” –fin de la cita.

El Maestro se adelantó al coraje, a la resistencia de ese pueblo que continuó escribiendo impresionantes páginas de hidalguía.

Fueron, desde entonces, para Vietnam, largos y difíciles años de lucha contra el colonialismo francés, hasta llegar a la histórica batalla de Dien Bien Phu, fortaleza patriótica y moral de toda una nación. Luego, enfrentó al imperialismo norteamericano, en una de sus versiones más despiadadas. Otra vez se impuso el coraje, la inteligencia frente a un enemigo poderoso.


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Un cartel de Cuba con el mensaje de el Che Guevara

Cuba sintió de cerca cada hazaña del pueblo vietnamita en el camino hacia la libertad. Fiel se sumó a la suerte de ese país del Sudeste de Asia, con la sempiterna decisión de que por el pueblo de Vietnam estamos dispuestos a dar hasta nuestra propia sangre, como lo sentenció Fidel, el 2 de enero de 1966.

Las hermosas palabras del Tío Ho, en octubre de ese mismo año, en ocasión de una visita de alto nivel del Estado cubano a Vietnam, permanecen en nuestra memoria, como acabadas de expresar:

"Solamente quiero decir que entre Cuba y Vietnam hay tanta distancia que cuando uno duerme el otro está despierto. Antiguamente se decía del imperio inglés que el Sol nunca se ponía para la bandera inglesa. Pero ahora hay que decir que el Sol nunca se pone para la bandera de la Revolución. Es decir, que nuestros países geográficamente son antípodas, pero hay una identificación completa en lo moral"-fin de la cita.

El Che Guevara soñaba con “Construir dos, tres muchos Vietnam” porque admiró la valentía de esa nación. Allí estuvo también la Revolución Cubana, cuando en manos de su Comandante en Jefe Fidel, levantó la bandera del Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur, en la zona liberada de Quang Tri, preludio de la Victoria de la Primavera de 1975.

Y esta es la génesis de los vínculos entre Cuba y Vietnam. Otros hechos de elevada significación han marcado nuestros lazos para siempre, avalados también por la identificación de una misma causa de lucha; la capacidad de sortear con éxito momentos difíciles que parecían insuperables; la coincidencia de ideas de nuestros líderes históricos; y el progreso hacia el socialismo.

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Mario Muñoz Mendoza

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Mario Muñoz Mendoza

Estos pueblos dieron muchas pruebas de solidaridad entre ellos, ergo muchas felicidades a esa amistad, ello gráfica este artículo y... Más

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