En el altar de una diosa

Por. José Llamos Camejo (Exclusivo para la voz de Vietnam)

Después de la avasalladora alucinación que lo arrastra desde el primer golpe de vista, el viajero empieza a descubrir un encanto mayor que el que sugiere la  impresionante apariencia del sitio donde Tu Duc pasó los momentos de ocio, y en el que duerme su eterna existencia ultratumba.

La obra es como una cápsula del pasado incrustada en pleno corazón de la selva entre las colinas de Hue, a unos ocho kilómetros al suroeste de la antigua ciudadela imperial. Visitarla es como desandar el ayer anamita.

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La tumba dedicada a Tu Duc, al fondo del mausoleo

Fruto de las inclinaciones del caprichoso monarca decidido a hilvanar su leyenda en este exclusivo rincón de la geografía vietnamita, nació hace más de 150 años el conjunto monumentario situado en una de las márgenes del río Perfume.

El vehículo busca el hogar de Tu Duc entre el lomerío. Con maña de centinela, algún que otro exponente de la fauna silvestre, asomado a las hendijas del monte, observa la expedición que avanza través de un espeso bosque de pinos. El trayecto va revelando imágenes que parecen trozos de paisajes y del pasado guantanamero, en el oriente de Cuba.

Así como Hue protegió en sus colinas a los patriotas vietnamitas enfrentados a los ocupantes franceses y norteamericanos, Guantánamo abrigó entre las suyas a los mambises y a los rebeldes cubanos enfrascados en desiguales batallas, primero contra el colonialismo español y luego contra la tiranía de Fulgencio Batista. 

La historia, el verdor, los pinares y la topografía irregular, emparentan a dos regiones geográficas situadas en las antípodas; el viajero se fija en esos detalles; la mirada compara, la memoria confirma, la imaginación vuela entre la antigua capital vietnamita y la más oriental de las provincias cubanas.

Tanto el lugar que acoge al inmueble, como la forma en que fue concebido, hablan de imaginación y talento exquisitos, como atributos del cuarto rey de la dinastía Nguyen, dueño y diseñador de la tumba, un hombre raro, controvertido, con sentido artístico del espacio, y tan refinado en el gusto como escaso de austeridad.  

Templos impresionantes, senderos de ladrillos, palacios que retan a la imaginación, jardines y espacios verdes, piezas dispersas que lucen como arrojadas caprichosamente en el sitio, conforman un todo homogéneo, algo muy novedoso en el período dinástico. Hay expresiones poéticas en cada uno de los 50 elementos que integran el inmueble, es un poema tallado en piedras.

 

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Uno de los rincones donde Tu Duc se detuvo a declamar poesías

El viento es evocador y el silencio una mezcla de complicidad y misterio en el interior del recinto. Es un silencio perpetuo, interrumpido solo por ráfagas de flashazos que caen sobre las partes y el todo del monumento, simulando réplicas sucesivas de tormentas eléctricas en miniatura.

Al margen de los miles de turistas que año tras año llegan desde todas partes, nada perturba la apacibilidad de la tumba del enigmático emperador, construida sobre un terreno dispar, en tres años y doce hectáreas. De no estar aquí el paraíso, debe ser ésta su copia más fiel.

Hubo derroche en la construcción del aposento imperial. Dicen que la obra succionó las arcas de Hue, y que estuvo a punto de provocar un estallido social. Su envergadura, y el rigor de la geografía donde fue levantado, sugieren que, además de dinero, el sepulcro costó sudor y tal vez hasta vidas, sumergidas ya para siempre en el anonimato.

En cambio, perduran otros derroches: de belleza y estilo, de originalidad en los decorados, de creatividad en la integración al entorno, en la dislocación espacial de cada estructura y en la estética de las piezas, talladas hasta rozar lo perfecto.

Si realmente Tu Duc fue tal como se le pinta, entonces la tumba está hecha a su imagen y semejanza. Los remates, la fisonomía del conjunto, el estilo a veces indefinible, y la distribución intencionalmente desordenada de los elementos arquitectónicos, responden a la caprichosa personalidad que signó al soberano.

Dos áreas principales: la de la tumba y la de los templos, distinguen al mausoleo. En esta última, la más atractiva, están los palacios rodeados de flores y arbustos; también los lagos en forma de media luna con puentes pequeños que surcan la superficie.   

Un teatro, una casa donde el monarca cortejaba a sus concubinas, así como un artículo de cuatro mil 935 caracteres, escrito por él y plasmado en una estela gigante, le aportan armonía y variedad al conjunto dislocado entre cañadas y espacios verdes. 

Más allá de su originalidad, "la obra rompe con la  simetría del resto de las tumbas reales disimuladas entre los bosques aledaños a Hue", detalla la guía del palacio. Al parecer, en su empeño renovador, el monarca fundió varias corrientes arquitectónicas hasta esculpir algo nuevo, fascinante y distinto. Así es de raro el palacio; así de bello.

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Vista del puente sobre el lago artificial del palacio

Cuentan que el emperador disfrutaba los paseos por la selva cercana y que solía pescar con con frecuencia en el lago artificial de la instalación. Dicen que era aficionado a navegar en el río, que consumía horas y horas entre lecturas, declamaciones,  y escribiendo poesías en un espacio que diseñó para esos trajines.

Temido, rechazado y querido, astuto y enigmático más allá de la muerte, Tu Duc personificó la contradicción en si mismo; tuvo más de cien concubinas y no dejó descendientes; combinó un carácter de acero con la sensibilidad de un poeta. Encabezó el reinado más recio, prolongado y notable de su dinastía; “con esos modos de mando que tienen los reyes no llegan nunca los pueblos a crecer”,  comentó José Marti en esa época, pensando en Anam.

No se sabe el lugar exacto donde reposan los restos del soberano, “dicen que fue sepultado en secreto por temor a que sus enemigos lo profanaran”, recalca la guía frente a los turistas. Se comenta que, para mantener el secreto, fueron decapitados los doscientos hombres que enterraron el cuerpo de su majestad.

Más de 130 años después de su muerte, Tu Duc sigue oculto en algún punto desconocido de la acogedora mansión, una obra patrimonial reconocida entre las más atractivas de las tantas que singularizan a la espléndica arquitectura de Hue.

El valor patrimonial del mausoleo de Tu Duc rebasa sus atributos visuales y arquitectónicos; en él perduran las huellas de un hombre que tiene implicaciones en la historia de la nación vietnamita; una leyenda que anidó en el folclor y encalló para siempre en el imaginario de Hue.

Al margen de su caudal paisajístico y de la inmensa fortuna que -según los rumores-  se llevó el monarca a la tumba, el entorno selvático que envuelve al panteón de Tu Duc es parte de un tesoro mayor: los bosques de Vietnam, diversos en fauna, ricos en vegetación, notables por su endemismo.

Semejante riqueza tiene mucho que ver con el embrujo que envuelve al viajero frente al altar de Tu Duc y la madre selva, suprema del bosque. La diosa empinó su corona en el mismo lugar donde el monarca eternizó su leyenda. (CONTINUARÁ).

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JUAN D.

Viendo estas maravillosas páginas de la historia, podemos pensar y reflexionar sobre el ayer y los sacrificios de las gentes para llegar al... Más

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