Bui Van Binh, maestro altruista de niños pobres

(VOVWORLD) - En Kim Truy, una comuna anexa al distrito de Kim Boi, en la provincia norteña de Hoa Binh, todos lo conocen. Él es Bui Van Binh, un maestro discapacitado que ha impartido clases gratuitas a niños pobres durante más de diez años. Imponiéndose a las dificultades de la vida, Binh se ha convertido en una persona útil para la sociedad.
Bui Van Binh, maestro altruista de niños pobres - ảnh 1 El maestro discapacitado Bui Van Binh y sus alumnos (Foto: hoabinh.tintuc.vn)

El padre de Bui Van Binh murió cuando él tenía solo seis años. A los 10, contrajo la polio y a los 16, su madre lo abandonó a él y a su hermano pequeño para volver a casarse. Aunque este fue el peor período de su vida, Bui Van Binh nunca abandonó la escuela. Continuó sus estudios diligentemente y logró buenos resultados. Un día, una pareja de amigos analfabetos le pidieron que hiciera de tutor de su hijo. El pequeño progresó tan rápidamente, que otros padres le pidieron lo mismo. Y así cómo Bui Van Binh comenzó a dar clases de vietnamita (idioma oficial del país) a niños pobres, principalmente del grupo étnico Muong, quienes suelen comunicarse en su propio dialecto.

A todos conmueven las condiciones en que imparte clases el maestro discapacitado. Alumnos de diferentes edades se reúnen alrededor de la cama donde yace él, postrado, pero indoblegable. Bui Van Binh compartió: “Estoy muy feliz de enseñarles a leer en vietnamita y a contar. Vienen a mostrarme sus buenos resultados escolares y me llaman tío. Ninguno de ellos me llama maestro”.

Bui Van Binh, maestro altruista de niños pobres - ảnh 2La clase especial de Bui Van Binh (Foto: hoabinh.tintuc.vn)

Hoy en día, casi todos los niños del pueblo asisten a las clases del maestro Binh. Algunos días, llegan a cincuenta y él tiene que atenderlos en varias sesiones. Durante más de diez años, Binh nunca ha pedido remuneración por su trabajo. Las familias más ricas le dan 50 u 80 mil dongs (menos de 4 dólares) para atender sus gastos de agua y electricidad. Otros le agradecen con verduras o arroz de su huerto. Dar clases es para este discapacitado una fuente de felicidad. “Me siento bien al enseñar. Con mi discapacidad, si no hubiera hecho nada, me sentiría deprimido. Estos cursos me motivan y dan sentido a mi vida. En cuanto a la vida material, no necesito mucho. Los subsidios mensuales por discapacidad son más o menos suficientes para mí”.

La pequeña habitación de Bui Van Binh está llena de cuadernos y libros que sus estudiantes han dejado. Tiene tres sillas de ruedas que le regalaron por caridad, dos de las cuales aún están nuevas. Esa es una de las formas en que varias personas y organizaciones reconocen la actitud de este maestro altruista y modesto.

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