Huellas en la memoria

(VOVWORLD) - Un aparte en el Quang Tri recién liberado, tuvo lugar el 15 de septiembre de 1973, entre Fidel, Xuán Phong y su jefe inmediato: el vicecanciller del Gobierno Provisional de Vietnam del Sur, quien propició el intercambio.
Por José Llamos Camejo.

 

 

– Imagino cómo sería el abrazo, señor, cuénteme esa historia.

No hubo respuesta. El silencio de Nguyen Xuan Phong enmudeció a La Voz de Vietnam, después de escuchar mi solicitud durante la entrevista que le hice en un local de ese medio de prensa ubicado en el corazón de Hanói. El vietnamita locuaz que acababa de impresionarme con sus vivencias, cargadas de humildad y con algo de humor y de cubanía, desapareció en la tormenta de su recuerdo.

Ignoro adónde fue a parar su memoria en aquel instante; mas, por la frase que le escuché decir al finalizar la entrevista, intuyo que recorrió el Ben Hai de antaño, cuando ese río fue barrera  artificial entre el norte y el sur de Vietnam, desde 1954 hasta 1975.

Huellas en la memoria - ảnh 1 El Comandante en Jefe, en una reunión de trabajo. Al lado, a su derecha, Nguyen Xuan Phong.

Temo que la crueldad de aquella separación dejó abierto un profundo cráter en el interior de mi entrevistado. Yo aproveché el dilatado silencio, y anduve por sus anécdotas, que devuelven jornadas inolvidables de los vínculos de Xuan Phong con el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, y el guerrillero heroico, Ernesto Guevara.

Quizás porque no le gusta hablar en primera persona, su testimonio omite las horas del descanso al que renunció por voluntad propia, para cuidar el sueño de Cuba desde la cima del edificio donde tenía la beca, cerca del malecón habanero. Eran noches y madrugadas con los sentidos escudriñando en la oscuridad, en el oleaje, en los vientos del norte.

Fue así como empezó a tejer el cordón que aún lo ata al ombligo de la isla. Llegó en septiembre de 1963, con el primer grupo de jóvenes vietnamitas enviados a cursar estudios de nivel superior, pero muy pronto vio interrumpida su carrera de letras para debutar como “diplomático a la carrera”, porque su patria lo convocaba.

Del Alma Mater pasó a laborar como traductor y funcionario de la Representación Permanente del Gobierno Provisional de Vietnam del Sur. A partir de la reunificación continuó en el servicio exterior.                                                                                             

Habla el español como si la de Cervantes fuera su lengua materna; se lo comento, y responde con una anécdota de su estancia en España, donde asumió como jefe de la misión diplomática de su país:

– Señor embajador, usted maneja nuestro idioma con mucha soltura.

– Lo aprendí en Cuba, su majestad, -le respondió Nguyen Xuan Phong al rey Juan Carlos II.

A “diecisiete años, “entre ida y vuelta”, se extendió la presencia de este hombre en la mayor isla de las Antillas, donde fue intérprete de Fidel en varias conversaciones, y en una de ellas “me equivoqué”, confiesa, todavía con cierto rubor.

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Septiembre de 1973. El líder cubano recorre Quang Tri, provincia recién liberada del sur vietnamita. Xuan Phong va al lado de Fidel, a su izquierda.

-¿En qué consistió el error?

– Fue una traducción imprecisa sobre un tópico delicado. Aquello me torturó hasta la primera visita del comandante a Vietnam. Apropósito, para esa visita él me dio una botella…

Algo extrañado, y con un Havana Club en mi mente, le tercio una media pregunta.

– ¿Una botella…?

– Sí, y resultó exquisita (SONRISA PÍCARA DE POR MEDIO). Yo se la pedí en Argel, donde nos encontramos en ocasión de la IV Cumbre del Movimiento de Países No Alineados. 

- ¿Y qué respondió Fidel?

- Sonrió y dijo que no había problemas, que podíamos contar con esa botella.

Nguyen Xuán formó parte de la delegación vietnamita a la cumbre del MNOAL celebrada en la capital argelina. Al final del cónclave la delegación cubana partiría hacia Vietnam, y la de ese país hacia otra nación africana. Xuán y un compatriota suyo debían regresar urgente al sur anamita, para ocuparse de la visita de Fidel; pero, ¿en qué, si eran parte de una comitiva que ahora tomaba otro rumbo? Entonces se les ocurrió la solicitud: “comandante, necesitamos que usted nos dé una botella en su avión”.

No era de Havana Club, pero accedieron a una “botella” que tenía la marca de Cuba: solidaridad. “nos pusimos muy contentos cuando Fidel respondió que podíamos viajar junto a él. Fue un gran honor, si pudiera reeditar uno de mis viajes, escogería ese”.

Xuan Phong asegura que jamás olvidará aquel gesto del comandante, y recuerda que hicieron escalas en Iraq y en La India. “Cuando estábamos próximos a este último país llegó la noticia del golpe de estado en Chile; Fidel se notaba muy preocupado por la suerte de Allende, de su pueblo y de América Latina”.

De Nueva Delhi volaron hasta Hanói, el arribo se produjo cerca del mediodía del 12 de septiembre; la caravana del líder cubano se dirigió al centro de la capital vietnamita, y Nguyen Xuan Phong continuó viaje por tierra a Quang Tri, donde esperaría al visitante, “llegamos casi juntos a esa provincia del sur recién liberado, porque yo salí un día antes que Fidel, pero la carretera estaba en mal estado, y él voló hasta Quang Bing en un AN 24”.

- Aún no me ha dicho en qué consistió su error como traductor de Fidel

- Mira, cuando Fidel se encontraba con combatientes vietnamitas, se interesaba mucho por los detalles del combate: la técnica, la táctica, las armas. Nuestras fuerzas especiales eran numéricamente pequeñas, pero atacaban con gran efectividad; irrumpían sorpresivamente a media noche en los campamentos enemigos y los aniquilaban sin darle tiempo a escapar.

Usando la misma táctica penetraban en las bases invasoras, colocaban cargas explosivas en sus naves aéreas y luego disparaban la artillería “bum, bum, bum”; de esa manera hacían estallar los aviones y le ocasionaban daños enormes a las agrupaciones yanquis, australianas, y surcoreanas, que eran fuerzas de élite, muy expertas y bien entrenadas en el combate.  

Interesado por esas tácticas, Fidel pregunta en una conversación, “¿y cómo es que logran propinar golpes tan severos frente a un enemigo tan experimentado?”. 

Al escuchar la respuesta del militar vietnamita, el comandante, “con mucho respeto y delicadeza, dejó de preguntar”, pero el intérprete no advirtió nada extraño en esa reacción.

Fidel sabía lo que todos sabemos hoy: que ya en Vietnam se había derramado sangre cubana, y que la isla hermana estaba en la mirilla del mismo enemigo imperial que desangraba a la patria de Ho Chi Minh.

Conociendo a los vietnamitas como los conocía, sabiéndolos tan leales y consecuentes con los amigos, y especialmente con Cuba, el comandante no entendía el por qué de aquella respuesta. Pero la había escuchado en los labios de Nguyen Xuan, quien tampoco tuvo noción de haberle trasladado un mensaje erróneo al líder cubano.

“Caramba, somos hermanos y ellos ahora me andan con secretos”, le comentó Fidel al entonces embajador de Cuba ante el Gobierno Provisional de Vietnam del Sur, Raúl Valdez Vivó, quien de inmediato salió al encuentro del traductor anamita, y entre ambos examinaron el incidente.

Ocurrió que, a la pregunta del comandante sobre las tácticas de las tropas especiales, el militar respondió en vietnamita: “ese es uno de los secretos de nuestra victoria”; respuesta que Nguyen Xuán Phong llevó al español como: “ese es uno de nuestros secretos”. Es decir, la traducción no fue literal, y Fidel entendió lo contrario de lo que su interlocutor quiso transmitirle; entonces dijo: “Si andan con ese tipo de secretos conmigo, pues no le pregunto más”.

Y a pesar de haberle aclarado el asunto al embajador cubano, el desliz aún torturaba al traductor vietnamita. Por segunda vez su naturaleza había sido irónica con él mismo: su español -casi impecable- pecó al traducir aquella frase para Fidel; diez años antes, su memoria -casi infalible- le había fallado en presencia del Che Guevara.

Un aparte en el Quang Tri recién liberado, tuvo lugar el 15 de septiembre de 1973, entre Fidel, Xuán Phong y su jefe inmediato: el vicecanciller del Gobierno Provisional de Vietnam del Sur, quien propició el intercambio.

“Comandante, nosotros con usted no tenemos secretos, quisimos explicarle una clave de nuestra victoria, pero éste intérprete –dijo el viceministro, señalando a Xuán con el dedo– le tradujo mal la respuesta”. Fidel sonrió y Xuán respiró aliviado; había terminado su angustia.

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“Soy vietnamita de nacimiento y cubano de corazón”, aseguró Xuan Phong.

-¿Hizo alguna pregunta Fidel, después de la aclaración?

- Ninguna. Él estaba enamorado de todo eso; escuchaba con especial atención. Nosotros le explicamos que el “arte” de las tropas especiales lo habíamos tomado de expertos ladrones en la época colonial; que lo trasformamos y lo empleamos por primera vez, con unidades pequeñas, durante la resistencia contra Francia.

“Seguimos perfeccionándolo, y ya en la guerra contra los yanquis, teníamos estructuras más grandes. Luego desarrollamos también fuerzas especiales acuáticas: los soldados se movían por debajo del agua y atacaban embarcaciones gringas, cerca de Dong Ha y en Quang Tri”.

“Tras el final de la guerra, enviamos especialistas a Cuba a enseñar esa técnica; de allá también vinieron a Vietnam a aprenderla. Porque es muy útil; imagínate que el enemigo avanza a media luz en el teatro de operaciones; no ve nada sobre el terreno ni entre los arbustos; y de repente… tá, tá, tá,… un mar de hombres se levanta y lo ataca. Esa táctica fue un azote para los invasores en Vietnam del Sur”.

-¿Qué momentos de la presencia de Fidel en Vietnam recurren más a su mente?

- Sus diálogos con el pueblo y los combatientes. Le hablaba como un líder vietnamita, diciendo, “en esta etapa tenemos que hacer esto, consolidar la zona liberada, para que sirva de ejemplo”.

“En medio de las divisiones y vacilaciones del campo socialista, surgía la voz firme y consecuente de Fidel apoyando a nuestra causa y llamando a que el mundo hiciera lo mismo, y exigiera que se cumplieran los acuerdos de París” (que fijaban el alto al fuego, el cese de los bombardeos norteamericanos y la retirada total de sus tropas del sur vietnamita, la liberación de los presos políticos, y realizar elecciones democráticas en ese territorio).

“Fidel gestó el apoyo internacional para nuestra lucha; esa solidaridad fue un importante factor de victoria, porque los yanquis quedaron aislados, tuvieron que irse. Jamás olvidaremos lo que Cuba y el comandante hicieron por Vietnam. En Fidel, Raúl, el Che y los líderes vietnamitas, nosotros como jóvenes, veíamos ídolos, símbolos, ejemplos de cómo vivir, luchar y ser fieles”.

-Usted ha mencionado al Che entre sus ídolos; ¿lo conoció?

-Sí, en octubre de 1963, en el primer aniversario del Comité Cubano de  Solidaridad con nuestro país, allí estaba también Melba Hernández. Lamentablemente el Che no llegó a visitarnos, pero siguió muy de cerca los acontecimientos aquí, y pidió que se hicieran “dos tres, muchos Vietnam”; yo tuve la suerte de verlo e intercambiar con él.

Recuerdo que un día fui con un grupo de estudiantes vietnamitas a visitar al Che en el edifico del Ministerio de Industrias. Previamente habíamos organizado un coro para él. Empezamos a cantarle la marcha del 26 de Julio:”marchando, vamos hacia un ideal…”  y… (SONRÍE)… Ahí se nos olvidaron las letras, entonces yo, que era el director del coro, le digo nervioso; “comandante, disculpe, nos equivocamos, fallamos…”.

 El Che lo interrumpió sonriente y le dijo “no importa, no importa, repitan”.

-¿Dónde lo sorprendió la noticia de la muerte del Che?

-En Cuba. Los vietnamitas, junto a los cubanos sufrimos mucho la pérdida, pero más grande que la tristeza es la admiración que sentíamos; decidimos seguir su ejemplo, como el de Fidel, cuya muerte lloré y a quién le rendí homenaje en La Habana, como parte de la delegación oficial de nuestro país a las honras fúnebres del comandante.

Me conmovieron aquellos días de tristeza y firmeza, cuando miles y miles de voces repetían: “Yo soy Fidel, Yo soy Fidel”. Quedé muy impresionado con esa frase, la tengo en mi casa en un cuadro muy bonito, es el juramento de Cuba.

“Sé que los cubanos vencerán las dificultades y harán realidad los sueños de Fidel, que preservarán la soberanía, la integridad y la independencia. Por mi parte trabajaré hasta el fin de mis días por enriquecer y consolidar esa hermandad entre nuestros dos pueblos”.

El sonido de un celular puso fin a mis andanzas retrospectivas por las anécdotas del vietnamita. Reapareció el interlocutor locuaz; ya era él. Invocaba al 30 de abril de 1975, y no sólo porque Vietnam volvió a ser uno ese día. Es que, cuando su País se reunificó, Nguyen Xuan Phong, recuperó la sonrisa, y le dio un abrazo al futuro: “!veinte años estuve sin ver a mi madre!, ¡veinte años, hasta que pude abrazarla!”.

*Fotos, cortesía del entrevistado.

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