60 años del Tratado de Roma, símbolo de la unidad en la diversidad

(VOVworld) – Los países europeos conmemorarán este mes  el sexagésimo aniversario de la firma del Tratado de Roma (en 1957), base de la actual Unión Europea (UE). En las últimas seis décadas, los miembros de esa comunidad han ido de la mano en el camino hacia la integración regional a pesar de muchos altibajos. Pero, ¿seguirán haciéndolo así? Se trata de una ocasión propicia para que los países del bloque comunitario reafirmen los principios y valores fundamentales de la UE, que hoy día enfrenta mayores retos que nunca.

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Dirigentes europeos en la reunión en Roma en 1957 (Foto: Parlamento Europeo)

Al agrupar a 28 estados, la UE no deja de concebir y nutrir iniciativas sobre los proyectos de cooperación regional, con lo que alimenta la esperanza de alcanzar nuevos avances. Sin embargo, la ola del nacionalismo, los nuevos desafíos en el plano internacional y especialmente las políticas del presidente de Estados Unidos, -su socio tradicional-, ponen en jaque a este mercado común.

Grandes avances en el proceso integracionista

Al revisar el camino de los 60 años del Tratado de Roma, se pueden apreciar grandes pasos de avance del bloque. Tras la segunda Guerra Mundial, Europa tuvo que adaptarse a una nueva situación. Por primera vez después de siglos, ese continente ya no era el centro de poder del mundo. En este contexto, surgió una nueva idea de carácter revolucionario, la cual le habría garantizado una orientación hacia el renacimiento. El Tratado de Roma tuvo como origen una iniciativa de reconciliación entre Francia y Alemania, presentada por el entonces ministro de Relaciones Exteriores galo, Robert Schummann, el 9 de mayo de 1950, para poner fin a las hostilidades entre estas dos naciones vecinas mediante el establecimiento de un mecanismo gestor conjunto de la producción y del consumo de carbón y acero, pero que estaba abierto a los otros países del continente.

Hasta entonces, no existía un modelo de cooperación internacional basado en la unión de los países integrantes en una esfera concreta. Sin embargo, desde esos primeros pasos, llegaron a una integración económica y política gradual. El 25 de marzo de 1957 se firmó oficialmente en Roma, Italia, el Tratado intuitivo de la Comunidad Económica Europea, y con ello colocaron los primeros cimientos para la UE. Tras los años de las décadas del 70 y el 80, la integración del viejo continente registró nuevos avances tanto en cantidad como en calidad. A los seis países signatarios de ese acuerdo se sumaron otros tres, y luego tres más. De ser una unión aduanera, este bloque se convirtió en un mercado común y único, con compromisos sobre la libertad de circulación de bienes, capitales, servicios y recursos humanos. Pero su meta superior era llegar a ser un bloque económico-monetario. Después del fin de la Guerra Fría, esta comunidad se convirtió en la Unión Europea, la cual acogió nuevos miembros. Finalmente, agrupó a 28 países integrantes, cumpliendo así sus objetivos de liberalización y la creación de una moneda común (el euro) para más de la mitad de sus territorios.

Retos en el camino hacia la integración europea

Los firmantes del Tratado de Roma determinaron establecer los fundamentos de una unión más estrecha entre los países europeos, y esto quiere decir que la UE debe inculcar los valores comunes fundamentales con tres pilares: seguridad, política y economía. Los ciudadanos de esa comunidad tienen todas las razones para estar orgullosos de los frutos de la integración regional alcanzados por la UE. Sin embargo, no pueden evitar inquietudes, el escepticismo e incluso el pesimismo, frente al futuro del bloque, ya que han surgido incertidumbres y una serie de cuestiones sin respuestas claras aún.

Primeramente, fue la crisis económica y luego el torbellino de deudas soberanas que empujaron a varias economías miembros de la UE a una situación extremadamente difícil. Y mientras el bloque todavía no logra recuperar su salud tras esos tremendos ataques, con el mal viento del “Brexit” (referente a la salida del Reino Unido de la unión) creció el malestar en la comunidad, así como la preocupación sobre su futuro. Por otro lado, las olas de inmigrantes que buscan refugio en el viejo continente hacen dudar de su identidad. ¿Continuará la UE apoyándose en los iniciales valores católicos, o aceptará la mezcla y transformación con los del Islam, la posible incorporación de Turquía o la expansión incesante de la comunidad musulmana inmigrante? La reciente renuncia del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, a su postulación para un segundo mandato parece ser una señal que demuestra el desánimo de la cúpula de la UE. Esta actitud también advirtió el término de una generación de políticos que crecieron y se realizaron con la causa del gran proyecto europeo.

Se puede decir que la UE se encuentra actualmente en un momento bisagra, y las crisis de la deuda soberana y migratoria, además de la latente ruptura de la alianza con Estados Unidos, siguen siendo grandes retos que amenazan su existencia. ¿Acaso la conmemoración de los 60 años del Tratado de Roma no es una oportunidad para que vuelva a recuperar sus valores intuitivos y principios? Habrá que esperar.

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