(VOVWORLD) - La Cumbre de las principales economías desarrolladas y emergentes del mundo (G20) celebrada el 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro, Brasil, registró señales alentadoras en los esfuerzos para luchar contra la pobreza en el mundo. Sin embargo, la conferencia no logró promover avances importantes en materia de financiación climática y transición energética como se esperaba, y permaneció dividida geopolíticamente.
Con el tema “Construir un mundo más justo y un planeta más sostenible”, la Cumbre del G20 de este año se centró en los problemas que enfrentan los países en desarrollo, también conocidos como el Sur global, entre ellos la pobreza, la reforma de la gobernanza global, la justicia en la financiación climática y la transición energética.
Prioridades del Sur global
El éxito más significativo de la magna cita fue el establecimiento de la Alianza Global Contra el Hambre y la Pobreza (GAAHP), una iniciativa lanzada por Brasil para colocar la lucha global contra esos flagelos en el centro de discusión de las instituciones multilaterales.
Aunque el mecanismo operativo y los métodos para lograr los objetivos de esta entidad necesitan más tiempo para perfeccionarse, su construcción con el apoyo de 81 países y una serie de instituciones globales como la Unión Europea (UE), la Unión Africana (UA), bancos de desarrollo y grandes fondos benéficos (entre ellos la Fundación Rockefeller y la Fundación Bill & Melinda Gates) puede considerarse un hito importante para acelerar el progreso de la erradicación de la pobreza en todo el mundo de aquí a 2030.
De esta manera, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó: “Como Presidente del G20 vemos el anuncio de la Alianza Global Contra el Hambre y la Pobreza como un objetivo central. Este será nuestro mayor legado. Esta alianza no se trata sólo de establecer la justicia, sino que es también una condición esencial para construir un mundo más próspero y pacífico”.
Además de anunciar la Alianza, Brasil situó el cambio climático en la agenda del foro con el compromiso de triplicar la capacidad mundial de energías renovables para 2030 y la aprobación del primer documento multilateral sobre bioeconomía.
También ofreció una hoja de ruta para que los bancos multilaterales de desarrollo se conviertan en instituciones más grandes y eficaces, así como para ayudar a los países africanos a tener voz en las negociaciones sobre la deuda.
Este año, a partir de la propuesta de Brasil, los países del G20 aprobaron una estrategia para promover la cooperación en "Innovación Abierta" para combatir la asimetría en la producción de ciencia y tecnología, así como establecer un Grupo de Tecnología para el Empoderamiento de las Mujeres y el Grupo de Trabajo de Gobernanza de la Inteligencia Artificial.
En particular, junto con otros países del G20 como China y Sudáfrica, Brasil inició por primera vez la imposición de impuestos a los superricos del mundo, haciendo de esta labor un tema más amplio que el G20 se verá obligado a discutir seriamente en el futuro, por lo cual es probable que esta sea una de las principales prioridades para la Cumbre del G20 del próximo año en Sudáfrica.
Al respecto, el presidente Lula da Silva enfatizó: “La cooperación internacional en materia fiscal es importante para reducir la desigualdad. Los estudios realizados por el grupo financiero del G20 muestran que un impuesto sobre el patrimonio de un 2 % para los superricos podría generar alrededor de 250 mil millones de dólares al año con miras a invertirlos en responder a los desafíos sociales y medioambientales de hoy”.
Falta de grandes compromisos climáticos y energéticos
Según Guilherme Casaroes, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación de Investigación Getulio Vargas, con sede en Río de Janeiro (Brasil), los diplomáticos brasileños eligieron con mucho cuidado y sabiduría los principales temas de la Cumbre del G20 de 2024.
Las cuestiones seleccionadas (pobreza, clima, energía) son “neutrales” y pueden generar el máximo consenso entre los países miembros del G20. Sin embargo, esta cautela también provocó que dicho encuentro no lograra buenos resultados en dos temas muy esperados: el financiamiento climático y la transición energética.
Teniendo lugar al mismo tiempo que la 29.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) en Bakú, Azerbaiyán (del 11 al 22 de noviembre), mucha gente esperaba que la Cumbre del G20 en Río de Janeiro hiciera compromisos más fuertes y claros sobre las contribuciones financieras al clima o estableciera una hoja de ruta para eliminar completamente los combustibles fósiles, dando así un impulso a las estancadas negociaciones de la COP29.
Sin embargo, en la Declaración Final la Cumbre del G20 sólo enfatizó que las fuentes económicas necesarias provendrían de “todos los recursos”, pero no especificó de dónde vendrían ni cómo se asignarían. Además, a pesar de pedir una reducción gradual de los ineficaces subsidios a los combustibles fósiles, este mecanismo no mencionó el fin total del uso de los mismos.
El presidente brasileño, Lula da Silva, propuso que los países desarrollados del G20 aceleren antes su compromiso con la neutralidad de carbono, desde el actual 2050 hasta 2040 o 2045, además de establecer un Consejo sobre el Cambio Climático en la ONU, pero ambas propuestas no recibieron suficiente apoyo. Según el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, la carencia de acciones drásticas por parte del G20 es desafortunada, porque sus países miembros representan el 80% de las emisiones globales, por lo que deberían ser pioneros. Advirtió también que estas vacilaciones harán cada vez más difícil la lucha contra las consecuencias del cambio climático.
“Solicito a los líderes del G20 que indiquen a sus ministros y negociadores que se esfuercen por lograr un objetivo de financiación climática nuevo y más ambicioso este año. No hay lugar para el fracaso, ya que esto dañaría las ambiciones de preparar nuevos planes nacionales de acción climática, lo cual podría tener graves impactos, dado que los puntos de inflexión irreversibles están cada vez más cerca”, enfatizó.
Otro aspecto que también hizo que la Cumbre del G20 de 2024 no fuera un éxito total fueron las profundas contradicciones geopolíticas entre grupos de países dentro del bloque relacionadas con los conflictos en Ucrania y la Franja de Gaza. Al igual que las magnas citas del mecanismo en los últimos dos años (2022 en Indonesia y 2023 en India), los miembros del G20 debatieron muy intensamente, tanto en el contenido como en el lenguaje relacionado con ambas disputas, y tuvieron que aceptar compromisos para poder emitir la Declaración Final.