(VOVWORLD) - La Administración del presidente Donald Trump anunció el 13 de noviembre la conclusión de acuerdos comerciales con Argentina, Guatemala, Ecuador y El Salvador. Estos pactos, además de aportar beneficios económicos recíprocos, evidencian el renovado empeño de Washington por una región históricamente considerada parte de su área de influencia, en un escenario internacional marcado por una competencia geopolítica en ascenso.
Los convenios suscritos forman parte de la estrategia desplegada desde abril, cuando el presidente estadounidense activó su política de aranceles compensatorios a escala global.
Acuerdos de alcance significativo
Según informó la Casa Blanca, los cuatro países aceptaron una mayor apertura de sus mercados a productos estadounidenses. En contraprestación, Washington reducirá entre un 10 % y un 15 %, o suprimirá los aranceles aplicados a determinados bienes procedentes de esas naciones. Con ello se aspira a aliviar la presión sobre los consumidores estadounidenses, especialmente en el ámbito alimentario, en un momento en que los costes de importación han elevado el precio final de numerosos productos básicos.
El acuerdo con Argentina, la tercera economía de América Latina, es particularmente relevante. Estados Unidos eliminará parcialmente el arancel del 10% impuesto en abril sobre todas las importaciones argentinas, medida que afectará a recursos naturales no disponibles en el mercado estadounidense y a ciertos productos farmacéuticos sin patente. A cambio, Buenos Aires levantará requisitos de evaluación adicionales para mercancías estadounidenses —como automóviles, alimentos, dispositivos médicos y medicamentos, y otorgará un acceso preferente a maquinaria, tecnología, vehículos y servicios digitales. Asimismo, continuará desmontando barreras no arancelarias en sectores prioritarios y simplificará el registro sanitario de carne de vacuno, productos cárnicos procesados, vísceras y carne de cerdo procedentes de Estados Unidos, sin exigir certificación de planta para los lácteos.
La prioridad que el presidente Trump ha concedido a la relación con Argentina se reflejó ya el mes pasado, cuando decidió cuadruplicar la cuota de importación de carne bovina argentina para contener los precios domésticos de los alimentos y la energía, al tiempo que ofrecía un respaldo explícito al presidente Javier Milei, a quien considera un aliado político afín.
El mandatario estadounidense declaró: “Queremos ayudar a Argentina y, con ello, ayudarnos a nosotros mismos. Argentina tiene productos extraordinarios y en el pasado mantuvimos un comercio muy dinámico. Después decayó, pero ahora volveremos a impulsarlo, en beneficio de ambos países”.
También reviste importancia el acuerdo con Ecuador, el único de los cuatro países que registra superávit comercial con Estados Unidos. El comercio bilateral superó los 90.000 millones de dólares el último año. Con el nuevo marco, Ecuador suprimirá diversas barreras al comercio de bienes y servicios —incluido el digital— y reforzará la cooperación con Washington en materia de seguridad de inversiones y control de exportaciones, dos ejes prioritarios en la actual agenda estratégica estadounidense.
Un movimiento para recuperar influencia
La firma simultánea de los cuatro acuerdos tiene un claro valor político para la Administración Trump, tanto en el plano interno como externo. En el frente doméstico, estos pactos podrían contribuir a contener la inflación en productos alimentarios, como café, cacao y plátano, cuyo encarecimiento reciente ha generado malestar social y se considera un factor que perjudicó al Partido Republicano en las elecciones en Nueva Jersey, Nueva York y Virginia. Con el propósito de aliviar la carga sobre los consumidores, la Casa Blanca estudia incluso eximir temporalmente de aranceles algunos productos, entre ellos la carne de vacuno y los cítricos, procedentes de países con los que aún no se han cerrado nuevos acuerdos comerciales.
En política exterior, el fortalecimiento de los vínculos económicos con América Latina forma parte de la estrategia de Washington para recuperar presencia en una región en la que otros actores globales han expandido su influencia. Los acuerdos firmados contemplan capítulos relativos a minerales críticos, cadenas de suministro, seguridad de inversiones y control de exportaciones, piezas clave en los esfuerzos de Estados Unidos para reducir su dependencia de determinados productores de recursos esenciales. América Latina, con sus abundantes reservas minerales, está llamada a desempeñar un papel relevante en este proceso. Las recientes iniciativas de Washington, como la asistencia económica a Argentina y el refuerzo de las operaciones contra el narcotráfico en el Caribe, se inscriben en esta misma orientación.
Trump subrayó: “Sudamérica está moviéndose. Los países del continente están girando de nuevo hacia Estados Unidos, y es un cambio muy significativo”.
Tras cerrar los acuerdos con Guatemala, El Salvador, Ecuador y Argentina, el próximo objetivo prioritario de Washington es concluir un pacto con Brasil, la mayor economía latinoamericana. El 13 de noviembre, el secretario de Estado, Marco Rubio, se reunió con su homólogo brasileño, Mauro Vieira, para acelerar las negociaciones, con la intención de concluirlas antes de fin de año.