(VOVworld) – La Unión Europea enfrenta la mayor oleada migratoria de las últimas décadas, lo que lleva al bloque al borde del debilitamiento de la identidad y la inestabilidad. Sin embargo, economistas tienen puntos de vista totalmente diferentes, considerando que además de los retos, la región se beneficiará de los aportes de los migrantes a su propia economía y estos refugios contribuyen también a solucionar el envejecimiento de la fuerza laboral en el viejo continente.

Desde principios de 2015 hasta la fecha, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), ha registrado más de 500 mil solicitantes del exilio en Europa. De los 4 millones de migrantes, 350 mil provienen de Siria, quienes buscan escapar de la guerra y de la pobreza en su tierra natal. Según estadísticas, se registra diariamente la entrada de miles de refugiados en la Unión Europea pese a los riesgos que les acechan.

Beneficios derivados de los migrantes

Según el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), desde 2014, los inmigrantes ocuparon el 70% de las fuerzas laborales de Europa en el último decenio. Estos refugiados han contribuido a aumentar la población activa y han ayudado a los sectores carentes de fuerzas laborales. Los países receptores de migrantes necesitan trabajadores jóvenes, enérgicos y hábiles para hacer las tareas que por distintos motivos, los nativos europeos no pueden o no quieren hacer.

Datos estadísticos destacan un aumento triple del número de los migrantes hacia Europa en 2015 y se prevé que esta cifra alcanzará los 2 millones para finales del año en curso, contribuyendo al crecimiento del Producto Interno Bruto de la Unión Europea, considerado como una señal alentadora a corto plazo. En idéntico sentido, estos refugiados aportarán de modo relevante a la economía de los países que les albergan. Analistas evalúan que debido a la baja tasa de natalidad en Europa durante décadas, esta región ha carecido de trabajadores jóvenes y creativos. De esta manera, los migrantes de los países que sufren guerra y pobreza complementarán este déficit del viejo continente.

Existe el prejuicio de que la mayoría de los refugiados son pobres y viven de los impuestos pagados por los grupos sociales acaudalados. Sin embargo, un gran número de ellos son laboriosos y están dispuestos a recibir un salario más bajo que los nativos. Por ende, en el aspecto económico, no hay que considerar a estos trabajadores como una carga económica para los países que les refugian.

¿Ventajas superan a desventajas?

No obstante, estas ventajas no quieren decir que el panorama de Europa sea prometedor. Los países, al refugiar a migrantes, enfrentan muchos riesgos de inestabilidad.

El primer reto es la reincorporación social. Los migrantes que han vivido en el peligro y la pobreza, ahora deben convivir en una comunidad de nativos acostumbrados a buenas condiciones de vida y seguridad. Esta cuestión no ha sido respondida debidamente por los economistas. La incapacidad para incorporarse a una nueva sociedad provocaría la discriminación que entraña el riesgo de inestabilidad. Esta preocupación tiene fundamentos ya que en la actualidad en los últimos meses han estallado numerosas manifestaciones contra los países europeos, especialmente después de que el bloque regional acordó repartir la cuota de refugiados. En medio del aumento creciente de la tasa de paro que alcanza el 11% en Francia, el 22% en España y el 25% en Grecia, el recibimiento de los refugiados agravaría la carga social. La oleada de migrantes conducirá al agotamiento de la seguridad social.

Sin embargo, lo más preocupante es que se aproveche la crisis migratoria como pantalla para la entrada de los delincuentes y terroristas en el viejo continente. Según las últimas estadísticas de la Agencia Europea de Seguridad, se detectaron a unos 100 solicitantes de exilio sospechosos de involucrarse en actividades delictivas. Entretanto, se sospechan de dos de cada 100 migrantes sirios de ser miembros del Estado Islámico.

Quizás Europa nunca haya tenido que enfrentar grandes desafíos como ahora. Mientras los efectos de la crisis financiera no han concluido, estalló la mayor oleada migratoria desde la Segunda Guerra Mundial. Es claro que además de las pocas ventajas derivadas de los refugiados, los países europeos sufrirán mucho más perdidas. Paralelo al debilitamiento de la seguridad, la crisis migratoria amenaza severamente la identidad europea preservada por esta región durante siglos.