Vietnam y su compromiso histórico con Camboya

(VOVWORLD) - Hace 40 años, el 7 de enero, Camboya se liberó por completo del régimen genocida liderado por Pol Pot, el más cruel del siglo XX, y abrió una nueva era. En esa victoria, el espíritu internacionalista y la responsabilidad de los vietnamitas de salvar al pueblo camboyano de la barbarie es un hermoso símbolo de la solidaridad entre los dos países.
Vietnam y su compromiso histórico con Camboya - ảnh 1 Las Fuerzas Armadas de Revolución de Camboya, apoyadas por soldados vietnamitas, entraron a Phnom Penh el 7 de enero de 1979 (Foto: VNA)

En diciembre de 1978, respondiendo al llamado del Frente Unido de Salvación Nacional de Camboya, soldados vietnamitas apoyaron a las fuerzas armadas del país vecino para batir a los Jemeres Rojos y poner fin a la época más oscura en la historia de esa nación, dando inicio a una nueva era de independencia, libertad, democracia y progreso social.

Ayuda al país amigo a revivir

Inmediatamente después del triunfo, Vietnam ayudó a Camboya a organizar el gobierno y a construir el poder estatal en las localidades, envió numerosos técnicos a reconstruir el país vecino y reforzó sus defensas para impedir que el genocidio regresara a ese territorio. Según documentos del Instituto Camboyano para el Desarrollo y la Paz, el sistema económico de esa nación fue destruida completamente bajo el régimen de Pol Pot. Entonces no había mercado, comercio, transacciones ni actividades económicas, sino asesinatos y tortura. Fueron considerados “los años cero” en la historia de Camboya y después de la liberación nacional en 1979, todo debía levantarse desde la nada. En aquel momento, Vietnam acababa de superar dos guerras brutales y encontró muchas dificultades, pero con una desinteresada voluntad compartió lo poco que tenía con su vecino y lo apoyó a luchar en los campos político, jurídico y diplomático.

Unos 20 años después, Vietnam cumplió debidamente sus metas estratégicas: erradicar a los Jemeres Rojos, brindar la paz y el desarrollo a los camboyanos y ayudarlos a establecer buenas relaciones con otros países del globo. Con el respaldo de Hanói, el Gobierno de Phnom Penh no solo puso fin a la amenaza de una guerra civil, sino también favoreció que ese país se reintegrara al mundo con su adhesión oficial a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) en 1999, en la capital vietnamita. Se puede decir que Vietnam no solo dio a Camboya una nueva vida pacífica sino también la independencia y la autonomía. Hoy, los dos países se tratan como hermanos y sus relaciones se basan en el entendimiento y el respeto mutuos, sin intervenir uno en los asuntos internos del otro.

Espíritu internacionalista y responsabilidad hacia la humanidad

El apoyo de Vietnam siempre es apreciado por los dirigentes y pobladores camboyanos, especialmente cuando la llamada nación de los templos budistas conmemora su liberación del genocidio o en los encuentros directos entre líderes, funcionarios y ciudadanos de los dos países. El primer ministro camboyano, Samdech Hun Sen, enfatizó muchas veces que este gran mérito quedará inscrito para siempre en la historia de Camboya.

Aunque existen diferentes juicios y evaluaciones sobre aquella gesta, todo el mundo reconoce la valía del respaldo vietnamita y sus sacrificios por salvar a un pueblo del genocidio hace 40 años. El diario estadounidense Chicago Tribune afirmó en 1990 que fue Vietnam quien puso fin a la crueldad del régimen de los Jemeres Rojos y derrocó a Pol Pot durante la guerra de defensa nacional en la frontera suroeste. Según el autor, la decisión del Gobierno de Hanói de enviar soldados a ayudar a Camboya fue un paso para mantener la paz en Indochina. Por su parte, el periódico australiano Canberra valoró en 1989: “Todo el mundo tiene que admitir que la entrada de Vietnam en Camboya dio resultados claros. Esa acción fue bienvenida por el pueblo camboyano en todas partes como una señal de su libertad. Y todos pueden ver claramente que los Jemeres Rojos no pudieron regresar a Phnom Penh principalmente debido a la presencia de Vietnam”.

Recientemente, las Cámaras Extraordinarias en la Corte de Camboya, auspiciadas por las Naciones Unidas para juzgar a altos cargos de los Jemeres Rojos, consideró culpables de genocidio y crímenes contra la humanidad al ideólogo del régimen, Nuon Chea, de 92 años, y al jefe del Estado de Kampuchea Democrática, Khieu Samphan, de 87, quienes ya cumplían cadena perpetua desde 2014 por crímenes de lesa humanidad por la evacuación forzosa de la capital, Phnom Penh, en abril de 1975. Ese es también un acto de reconocimiento de la justicia que brindó Vietnam al país vecino. 

La tendencia general en el mundo actual es la paz, la compasión y la armonía, con las personas colocadas en el centro. También es uno de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas. La misión cumplida por Vietnam, un país pequeño, de salvar a un pueblo del genocidio, reivindicar sus derechos y llevarlo la paz, la independencia y la autonomía, es una muestra de dicho espíritu.

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