Amor y esperanza

(VOVWORLD) - Para algunos, el covid-19 ha sido como un tsunami que arrasó con casi todo por lo que han trabajado tan duro por construir a lo largo de los años. Se han enfrentado a una crisis sin precedentes y se han encontrado con tantas dificultades que parecía imposible continuar. Pero lograron vencerlas, gracias a su creencia en un mejor mañana.

"Los niños lejos de los padres sufren mucho. Hubo noches en que mi hijo nos extrañó tanto a mí y a mi esposo que le pedía a su abuela que nos llamara y nos dijera que nos olvidamos de él."

Así son los recuerdos de Nguyen Thi Thoa, obrera de la subestación eléctrica de Dong Anh, Hanói, sobre los días en que fue puesta en cuarentena concentrada en su lugar de trabajo cuando llegó la cuarta ola de covid-19. La mujer compartió que cuando se ponía el sol, la añoranza por su hijo empeoraba, causándole muchas noches de insomnio.

Amor y esperanza - ảnh 1Personal sanitario en un centro de cuarentena. (Foto: VNA)

Igualmente, Nguyen Lan Phuong, una enfermera, tuvo que acudir a epicentros epidémicos para atender a los pacientes contagiados. Siendo una madre soltera, pidió a sus familiares que cuidaran a su hija de cuatro años de edad. Cuando terminó su misión, se le informó que ella estaba infectada con el coronavirus.

Ella contó: "Cuando me recuperé de la enfermedad, pedí quedarme como voluntaria en ese mismo centro de aislamiento puesto que pensaba que era el deber de una enfermera. Entonces, de nuevo dejé de lado la añoranza por mi niña. La profesión médica es dura. Siempre trabajo lejos o hasta muy tarde. Por eso, mi hija tiene que ser independiente desde muy pequeña. A veces, pienso que ella está muy en desventaja. La amo mucho".

Cuando regresó a casa y abrazó a su hijita, fue como un sueño para Lan Phuong. Su pura felicidad es solo escucharla hablar, reír y cantar.

Habiendo dedicado más de 20 años a una empresa de calzado en Ciudad Ho Chi Minh, Thanh Lan, oriunda de la provincia norteña de Ha Nam, se sintió muy confundida y desorientada al saber de la disolución de su fábrica debido al impacto del covid-19.

A los 40 años de edad, era difícil para ella conseguir un nuevo trabajo. Sin embargo, aún tenía que cuidar a su familia y cubrir costos diarios. Por eso, ella y su esposo han vendido verduras desde entonces en un mercado que se encuentra cerca de su vivienda. Los dos han redoblado sus esfuerzos, saliendo temprano y regresando tarde a casa, para poder llevar a sus niños a la escuela y quedarse en la ciudad, en espera de que pase la pandemia para que puedan encontrar un trabajo más adecuado.

Amor y esperanza - ảnh 2Las comidas caritativas han ayudado a muchas personas a superar las dificultades en el contexto del covid-19. (Foto: VNA)

Hace más de un año, Thanh Hang, una joven vietnamita que estudia en Estados Unidos, fue aceptada a un programa de intercambio de cuatro meses en Dinamarca. Justo cuando se sentía tan emocionada y orgullosa y contaba con tantos proyectos para una nueva vida, estalló el covid-19, lo que cambió todos sus planes: "Una noche a mediados de marzo, mientras me preparaba para acostarme, recibí un correo electrónico urgente de la universidad donde realizaba el programa de intercambio, en el cual se me pedía a mí y a los otros estudiantes extranjeros que hicieran nuestras maletas y volaran a casa lo antes posible porque Dinamarca bloquearía las fronteras en dos días. Después de dos noches sin dormir preocupándome por empacar, a las 3 de la madrugada del día antes del bloqueo, salí hacia el aeropuerto de Copenhague, en donde hacía dos meses llegué con mucho entusiasmo y la esperanza de experimentar nuevas cosas. El lugar fue también donde terminé mi estancia en Dinamarca de modo repentino".

Al llegar al aeropuerto de Noi Bai, en Hanói, a Thanh Hang se le cayeron las lágrimas. Dijo que sólo esta tierra es su hogar, un lugar donde ella es recibida con los brazos abiertos. En el centro de cuarentena, se sentía el temor de contraer el virus, pero también se consideró afortunada de poder ver la vida bajo un nueva lente, tanto que Thanh Hang se convirtió en la voluntaria más activa y entusiasta en ese centro.

"Los días difíciles de la pandemia, especialmente cuando viví en el centro de cuarentena, me ayudaron a aprender muchas cosas y entender más sobre las personas que me rodean. Aunque las conocí por primera vez en ese centro, todas fueron cariñosas y solidarias. Fuimos como una familia. Mirando hacia atrás, me siento agradecida y muy afortunada de ser vietnamita", compartió la joven.

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