Vo Thi Thang, Sonrisa de la Victoria

Por Liurka Rodríguez Barrios, segunda jefa de Misión de la Embajada de Cuba en Vietnam

Yo no tenía más de 20 años cuando la vi por primera vez. Muy lejos estaba de imaginar que esa sonrisa mítica vista en imágenes desde mi más temprana niñez, la tendría tan cerca no solo aquel día de hace casi dos décadas, sino por mucho tiempo después.

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Vo Thi Thang, en la tribuna de la clausura del XI Festival Mundial de la
Juventud y los Estudiantes en Cuba en 1978 (Archivo de Granma)


Era julio de 1997, Vo Thi Thang presidía la delegación de Vietnam al XIV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Mis condiscípulos nos habíamos sumado a una suerte de Abrazos que solo quedó en eso, para reportar las actividades de los participantes en la cita. Aproveché la presencia de la destacada vietnamita que ya conocía por mis libros de historia y la entrevisté. Solo le hice dos preguntas: ¿Qué significa para usted visitar Cuba y qué espera de este festival? Mientras ella elogiaba a la Isla, a su gente, a los jóvenes antiimperialistas de todo el planeta, yo aplaudía mi suerte de estar junto a una mujer a la que el tiempo le había dejado su sonrisa intacta, que más que una expresión física, era su mejor lección de resistencia.

Además de la entrevista, mi compañero tomó algunas fotos. Luego fui a la redacción del periódico Juventud Rebelde, y convencí a la entonces directora Arleen Rodríguez Derivet -hoy como una madre para mí- para que me diera unas fotos de Vo Thi Thang de su época juvenil, y así demostrar la tesis de que su rostro había cambiado, pero su sonrisa seguía siendo la misma.

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La joven combatiente, en encuentro con la heroína cubana Vilma Espín

Aquella breve entrevista que le hice a la Sonrisa de la Victoria solo se publicó en un ejemplar del boletín Abrazos que no llegó a circular, pero el hecho de haber podido escribir sobre una emblemática figura de la lucha por la Patria vietnamita, es hoy uno de los mejores recuerdos de mis días universitarios.

Años más tardes fui a Vietnam, un país con el cual llevo más de una década de vínculo diplomático, solidario y afectivo. Con los múltiples encuentros con Vo Thi Thang, completé mi paseo por la tierra de los anamitas, que ya conocía por la Edad de Oro de José Martí, por los Niños de Vietnam de Félix Pita Rodríguez, y por esa frase del Comandante en Jefe de dar por este pueblo hasta la sangre.

Por su responsabilidad al frente de la Asociación de Amistad Vietnam-Cuba, Vo Thi Thang participó en numerosas actividades de solidaridad vietnamita con causas tan justas, como el apoyo al fin del bloqueo norteamericano contra Cuba.

Sus expresiones a favor de la Revolución fueron contundentes. Recuerdo, particularmente, haberla escuchado alzar su voz en contra del injusto encierro de los 5 Héroes prisioneros en cárceles norteamericanas, un domingo en Hai Phong, cuya crónica, finalmente, reproduzco:   

Madres cubanas y vietnamitas conmemoraron juntas en la ciudad de Hai Phong, el Día de las Madres, un acto que devino condena a quienes han  sembrado el terror y la injusticia. La ocasión no podía ser más especial: se cumplían 35 años de que dos buques cubanos, el Imías y el Jigüe, desafiaran el peligro, al anclar primeros, en el puerto homónimo, antes minado por los agresores norteamericanos.


Desde el histórico lugar, los asistentes expresaron su solidaridad con las madres y esposas de los 5 compatriotas y su disposición a acompañarlas en la batalla colectiva por su regreso. Allí estaba Vo Thi Thang, con su misma sonrisa de Victoria.

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JUAN D.

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