Egipto: a un año del derocamiento de Mubarak

(VOVworld) - El pasado 11 de febrero se cumplió un año del derrocamiento del ex presidente Hosni Mubarak, fecha que celebraron los egipcios con una marcha por el “Día de la desobediencia civil”, con la cual pedían al Consejo supremo de las Fuerzas Armadas entregar el poder a las autoridades civiles. Muchas personas se han desilusionado por los escasos cambios democráticos positivos en este país nor-africano y la revolución llamada “Primavera árabe” aún queda inconclusa.


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Miles de egipcios salieron a las calles a celebrar el primer aniversario del
levantamiento contra el régimen autocrático de Hosni Mubarak



El 11 de febrero del año pasado, Hosni Mubarak renunció tras 3 décadas en el poder, y el derrocamiento de su régimen se produjo sólo después de 18 días de manifestaciones en todo el país. Desde entonces, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto tiene las riendas del poder. La peor tragedia de Egipto es que el fin del viejo tiempo no marca el comienzo del nuevo. La celebración de las elecciones legislativas no satisface a los políticos progresistas y activistas. Se prevé que los comicios presidenciales se efectuarán en junio próximo y la prensa gozará de una mayor libertad, sin embargo, el Consejo militar supremo, compuesto por 20 generales y dirigido por el mariscal Hussein Tantaoui aún lleva la batuta del gobierno, y la opinión pública estima que el Ejército está tratando de mantener, de alguna manera u otra, el control de Egipto después de las elecciones presidenciales. Se sospecha que las fuerzas armadas impondrán un candidato a la presidencia a favor de sus intereses y privilegios.

Aunque el ex presidente Hosni Mubarak debe comparecer ante el tribunal por haber reprimido a los manifestantes, ahora estos sufren las represiones de la policía. En las últimas elecciones parlamentarias en Egipto, los partidos islamistas obtuvieron una victoria aplastante, mientras las fuerzas laicas, promovedoras del movimiento insurgente anti dictatorial, integradas por los estudiantes, jóvenes y grupos izquierdistas, sufrieron una gran pérdida en la partida política post- Mubarak. Por eso, el júbilo inicial por el éxito de una rebelión ha sido sustituido un año después por la decepción y la amargura, ante la lejana perspectiva de la fundación de un gobierno civil mientras la violencia en el país empeora día tras día. Esta sensación parece un mechero de yesca que provoca grandes incendios, como ejemplo de la tragedia del deporte ocurrida el primero de febrero con un saldo de 74 muertos y más de mil heridos. Los enfrentamientos entre los policías anti motines y los manifestantes permanecen y se han extendido a varias ciudades de Egipto. Los protestantes son los mismos agitadores de los clubes de futbol importantes de El Cairo, quienes jugaron un papel trascendental en las olas de manifestación contra el ex presidente Hosni Mubarak hace un año.

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El país permanece en un caos militarizado


El Consejo supremo de las fuerzas armadas de Egipto estimó que este imperante estado de violencia se debe a las maniobras subversivas de las potencias de dentro y fuera del país. Sin embargo, la prensa local revela otra realidad. En el periódico, el comentarista Wael Qandil analizó el acontecimiento del primero de febrero: “No se trató de un partido de fútbol entre los clubes de Al Masry y Al Ahly, sino de una sangrienta batalla política contra la revolución”. Por su parte, el periodista Ibrahim Mansur del periódico Al Tahrir comentó: “El pueblo egipcio pide la renuncia del Consejo supremo militar por no haber garantizado la seguridad”. Incluso, muchos reporteros nacionales acusaron a la cúpula militar egipcia de “provocar con intención el caos para continuar gobernando”.

La inestabilidad política y las perspectivas negativas pueden causar una nueva recesión económica, y es también la razón por la cual Standard & Poor’s bajó el pasado 10 de febrero la clasificación crediticia a largo plazo de Egipto de B+ a B. También según esta agencia clasificadora, la reserva en divisas de Egipto se ha reducido de 36 a 16 mil millones de dólares en un solo año a causa de la fuerte caída del ingreso turístico y de las inversiones extranjeras.

Conmemorando un año sin Hosni Mubarak, el pueblo egipcio, desde los obreros hasta los estudiantes salieron a las calles, con la decepción por los inesperados sucesos políticos y con una pregunta permanente sobre el futuro de su país, así como otras dudas sobre el retiro del ejército de la arena política nacional, y las políticas que adoptarán y aplicarán los partidos islamistas. Si estas cuestiones no se resuelven pronto y radicalmente, la “primavera árabe” sólo será una revolución inconclusa./.

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