La ofensiva “Rama de Olivo” del Ejército turco se gestó el 20 de enero luego de que Estados Unidos anunciara entrenar y equipar a una fuerza compuesta por 30.000 efectivos kurdos a lo largo de la frontera del norte sirio con Turquía. Ankara, siempre alerta ante el separatismo kurdo por catalogarlo de terroristas, se opuso a la decisión de la Casa Blanca de considerar este grupo como un actor clave en la recuperación de las zonas sirias y sostuvo que esa acción posibilitaría la creación de un Estado kurdo y amenazaría la seguridad turca.

Operación polémica

Afrin, al noroeste de Siria, está controlado por las Unidades de Protección Popular de los kurdos (YPG). Turquía lanzó un masivo ataque de artillería contra ese enclave para expulsar a los terroristas y dificultar la supuesta fundación de un Estado Autónomo de los kurdos en el noroeste y noreste de Siria como lo mismo ocurrido en Iraq.

Turquía siempre condena tajantemente la creación de una autonomía kurda en Siria debido a que tal suceso alentaría la misma ambición en Ankara. En consecuencia, a diferencia de las intervenciones militares precedentes en el país vecino a fin de separar al grupo kurdo, el Gobierno turco atacó con artillería y blindados contra las YPG.

Apenas sólo una semana después del ataque masivo contra Afrin, las fuerzas armadas turcas anunciaron ampliar la operación “Rama de Olivo” en otras concentraciones kurdas en Siria, concretamente en el distrito norteño de Manbij y la zona al este del río Éufrates, en respuesta a las acometidas de las YPG en esa región.

Turquía pone mucha confianza en su plan al insistir en que no necesita respaldo de ningún país y dar prioridad a erradicar las amenazas dirigidas a su territorio. Sin embargo, la declaración del Gobierno de Erdogan deteriora las relaciones con Estados Unidos, ya que las YPG operan bajo el auspicio de Washington y desempeñan el núcleo en el combate contra los yihadistas del autodenominado Estado Islámico en Siria.

La crisis humanitaria en Sira dificulta las negociaciones de paz

Sólo dos días después de la ofensiva turca contra las milicias kurdas en Afrin, alrededor de 5.000 personas permanecen desalojadas. El incidente agrava la crisis humanitaria en Siria, especialmente en esa zona, Idlib y el este de Gota. Millones de sirios quedaron evacuados a causa de los conflictos internos que se prolongan desde cerca de 7 años mientras que otros 10 millones se encuentran en arduas condiciones.

Se sospecha que Ankara impediría el Congreso del Diálogo Nacional de Siria que se prevé celebrar a finales del presente mes en la ciudad rusa de Sochi bajo el auspicio de las Naciones Unidas al que se sumarán los kurdos para analizar la nueva Constitución y convocar elecciones. El canciller ruso, Sergei Lavrov, enfatizó en la importancia de esta comunidad en el proceso político de ese país del Medio Oriente.