Hace 61 años ondeó en Dien Bien Phu la bandera Decididos a combatir y vencer

Por: Ángel Bastidas (Venezuela)

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Hace 61 años, un siete de mayo, ondeó en la colina Muong Thanh la bandera -roja de estrella dorada- Decididos a combatir y vencer, sobre la fortaleza donde fue capturada toda la jefatura francesa, incluido su comandante, Christian De Castries, tras 55 días de combate ininterrumpidos.

La épica batalla de la altiplanicie Dien Bien Phu, ganada magistralmente por el General en Jefe Vo Nguyen Giap y el heroico pueblo vietnamita, bajo la clara conducción política de Ho Chi Minh, se llevó cual monzón a famosos nombres de militares franceses de respetable trayectoria, entre ellos al máximo jefe para el momento de las tropas galas en Indochina, el General Henri E. Navarre.

Uno de los testigos de la caída francesa en Dien Bien, el capitán Paul Aussaresses, además con experiencia en la resistencia contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra mundial, reconoció que la derrota de Dien Bien Phu fue un duro golpe. La mayoría de los oficiales franceses opinaban que había que aprender de esa experiencia para que no ocurriera lo mismo en Argelia.

La Batalla de Argel

El coronel Charles Lacheroy había regresado fascinado de su experiencia en Indochina. Confesó que se había leído de punta a punta el Libro Rojo de Mao Tse Tung, donde comprendió lo fuerte que es la retaguardia en los ejércitos revolucionarios, porque el enemigo se protegía en la población.

Por eso, en Argel, su plan fue separar al FLN de la retaguardia, desplegando en los barrios 400 mil soldados tipo comando: “Hay que comenzar por el pega afiche, y así se va ascendiendo en la pirámide, hasta llegar al jefe (…) Había que capturar gente, y eventualmente matarla”.

Todas las atrocidades desarrolladas en Vietnam fueron perfeccionadas en Argel, donde el coronel (hoy general) Marcel Bigeard, con numerosas medallas ganadas en Indochina, fue artífice de miles de desapariciones de detenidos. El que no delataba era lanzado al mar desde helicópteros: “El mar los devolvía, los llamaban los camarones de Bigeard”, decía el jefe de la policía de Argel, Paul Teitgen.

A pesar de que Lacheroy se había leído de punta a punta a Mao, evidentemente no entendió que acabar con una retaguardia, en una guerra del pueblo, era acabar con todo un país, como trataron de hacerlo en Vietnam durante casi un siglo.

Por eso fracasaron también en Argelia, donde al final la retaguardia del Frente de Liberación Nacional tomó el poder y Lacheroy tuvo que irse a Suramérica a dar lecciones de cómo derrotar a un ejército popular.

La Operación Cóndor

Los militares franceses, después de las derrotas en Vietnam y Argelia, decidieron comercializar sus fracasos, con la creación, en 1958, de un Centro de Entrenamiento para la guerra antisubversiva, abierta por el Ministro de la Defensa Jaques Chaban-Delmas, por recomendación del derrotado general Marcel Bigeard.

Entre los alumnos más destacados estuvieron los militares estadounidenses, que años después desplazarían a los franceses del negocio de enseñar a torturar y desaparecer detenidos.

Por la escuela antisubversiva de Bigeard pasaron los ejecutores de la Operación Cóndor, que asesinó miles de revolucionarios en el Cono Sur (Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay). En sus aulas y trincheras estuvo el general argentino López Aufranc (golpista de 1976), quien en 1957 se había especializado en lo que se llamó “La Doctrina Francesa”. Fueron los años del General Jorge Videla, hoy sepultado por la historia, igual que Pinochet, y cientos de oficiales suramericanos.

Los regímenes de terror, aupados por los franceses y luego por los militares estadounidense, también fueron derrotados por esa gigantesca retaguardia popular que hoy ha parido gobiernos revolucionarios, generadores de políticas integradoras en una América Latina frente a un mundo capitalista en crisis.

No es cierto que el generalato franceses, derrotado en Vietnam, Argelia y el Cono Sur, se sienta arrepentido o avergonzado por su protagonismo en la creación de los Escuadrones de la Muerte. Creen haber luchado honestamente para que el mundo no cayera en manos del comunismo.

Toda la historia, sínicamente contada, aflora de sus labios sin tapujos, cómodamente instalados en lujosos divanes, frente a las cámaras de la documentalista francesa Marie-Monique Robin, quien recorrió numerosos lugares de Francia a la caza de los creadores de la Doctrina Francesa de la tortura.

También se fue al Cono Sur, donde muchas puertas no se abrieron frente a su cámara.

“Escuadrones de la Muerte: La escuela Francesa”, es un film que nos ayuda a comprender el negocio de la guerra y el nivel de crueldad que son capaces de generar los gobiernos imperialistas para apoderarse de países como Irak, Afganistán, Libia, con la mira puesta en Siria, y América Latina.

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JUAN D.

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JUAN D.

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JUAN D.

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