(VOVworld) – Existen clases especiales en las que los estudiantes y profesores cambian cada día y en especial no se imparten en una escuela sino que en el recinto del Hospital Pediátrico Nacional para enseñar a los niños que reciben tratamientos a largo plazo. Se trata del aula “Esperanza” surgida en 2011 como fruto del cariño y el humanismo de los benefactores para alimentar la esperanza de los pacientes pequeños hospitalizados.
La mayoría de los alumnos sufren graves enfermedades
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Profesor: “Hola a todos. Me llamo Tuan. Soy miembro del Grupo Voluntario Corazón Rojo. Hoy voy a enseñarles cómo elaborar prismáticos. Las materias primas incluyen trozos cilíndricos de rollo de papel higiénico, gomas elásticas pequeñas, papeles artesanales, tijeras, cintas adhesivas, lápices de cera y creyones. Estáis de acuerdo?”.
Los estudiantes contestan : “De acuerdo”.
En un aula de 50 metros cuadrados en la primera planta, se colocan filas de estanterías con toda suerte de libros e instrumentos de dibujo. La pared está llena de piezas de papel en las que se escriben esperanzas de cada estudiante, tales como “quiero recuperarme pronto” y “quiero regresar a casa con mis padres”. En el medio del aula se alinean pupitres largos. Los estudiantes se sientan tranquilamente. Algunos tienen cabellos dispersos debido a la quimioterapia y otros con labios pálidos y dificultades en el desplazamiento. Sin embargo, ninguno oculta sus ojos y sonrisas brillantes, y todos se mantienen concentrados en la lectura del profesor.
La clase empieza tarde, a eso de las 10 horas de la mañana, ya que antes lleva tiempo la visita médica y la aplicación de sueros a los niños. Todos son conscientes de asistir a todas las clases matutinas y vespertinas impartidas de lunes a viernes. Hay estudiantes que llegan tarde debido a su mal estado de salud, algunos de ellos deben regresar a su habitación para descansar. Después de escuchar la instrucción, los estudiantes logran cumplir su tarea. Cada uno presenta su obra artesanal recién creada, los prismáticos.
En esta clase, se enseñan a los menores literatura,
música, pintura y matemática
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“Me llamo Lan Anh. Tengo 12 años de edad. Mis binoculares tienen colores morado y azul, con dibujos de oso y avión.
Me llamo Gia Linh. Tengo 5 años de edad. Nací en Can Tho. Sufro insuficiencia renal. Tengo prismáticos rosados con dibujo de flores”.
Aquí se enseñan a estos estudiantes literatura, música, pintura y matemática,… Cada clase rebosa de sonrisas con cuentos sobre los ejemplos en la superación de las dificultades y canciones sobre las expectativas de un futuro más brillante. Todos contribuyen a aliviar el dolor de los pacientes pequeños. Pham Van Tuan, miembro del Grupo Voluntario Corazón Rojo reveló: “Cuando llegué por primera vez al aula, vi un niño. Dos meses después, regresé y me enteré que todavía estaba aquí. Luego, le pregunté y comprendí que sufría una enfermedad grave que requiere tiempo para curarla. Hasta la fecha no he podido ayudar mucho a estos niños en la vida material, salvo esperar propiciarles un espacio de juegos interesantes durante su proceso de tratamiento en el hospital. Las lecciones que imparto no son muy académicas. Les enseño a pintar inspirando su creatividad. Los estudiantes quieren compartir sus problemas espirituales. El mensaje que quiero transmitir a los pacientes pequeños es la importancia del reciclaje de los desechos, entre ellos, trozos de rollos higiénicos y papeles”.
Duong Thi Minh Thu, jefa de la Sección de Asuntos Sociales del Hospital Pediátrico Nacional conversa con un niño desafortunado
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La mayoría de los estudiantes sufren enfermedades mortales. Desde que surgiera el aula “Esperanza”, el optimismo regresa ya al rostro de cada niño. Duong Thi Minh Thu, jefa de la Sección de Asuntos Sociales del Hospital Pediátrico Nacional compartió: “Nos beneficiamos de la asistencia de la comunidad, el voluntariado y el profesorado de escuelas en Hanoi. Los estudiantes en el hospital no pueden estudiar tan bien como los que acuden a las escuelas, porque sufren enfermedades. Aunque muchos no pueden asistir a todas las clases, las maestras no escatiman esfuerzos para transmitir a cada pequeño paciente la cultura, el alfabeto y cuentos infantiles. A veces vienen cantantes famosos para animar a los niños desafortunados”.
Al participar en una clase, se puede sentir la sed de conocimientos, el optimismo y la perseverancia de los estudiantes enfermos. El aula “Esperanza” alimenta tanto a los niños desafortunados, como a sus padres, una esperanza de que sus hijos venzan el destino para reincorporarse a la vida cotidiana.