(VOVworld) – Caballos que cargan mercancías, que traen a casa a sus achispados dueños  después de alguna fiesta, y que llevan a los mozos a buscar a  su amorosa pretendida. Estas son imágenes muy típicas de las regiones montañosas septentrionales de Vietnam. Para los pueblos de Tay Bac (Noroeste), el caballo no es simplemente un animal domado, sino un gran compañero.

La vida ha mejorado mucho en esta parte intrincada de Vietnam. Los locales gozan hoy de facilidades y muchos tienen motocicleta como un cómodo medio de transporte. La familia de Giang A Trang dispone de dos motos, pero prefiere ir a los mercados a caballo. Desde la comuna de Tram Tau, del homónimo distrito donde vive, hasta el mercado de Muong Lo, en la cabecera de Nghia Lo, provincia de Yen Bai, pierde una hora cabalgando, no más que sobre dos ruedas. De la manada familiar de decenas de cabezas que posee, ahora mantiene solamente 5, de ellos dedicado a llevar cargas y uno de ellos, el más hermoso como medio de transporte. Según A Trang, el caballo desempeña un papel muy importante en la vida de los H´Mong. Los acompañan a cacerías, cosechas y paseos. Las ya populares motos no pueden transitar por los caminos serpenteantes ni en las pendientes laderas de la montaña, como tampoco están aptas para atravesar cuevas y arroyos, ni sobre todo para trasladar a casa  a sus dueños ebrios tras consumir aguardiente en las fiestas. Los caballos, sin embargo, son capaces para todo. Y los corceles de los H´Mong son tan fuertes y resistentes como ellos mismos. No temen a afiladas piedras, ni largos senderos montañosos. A Trang dijo: “El caballo es como uno más en nuestra familia. Nos ayuda a cargar arroz y maíz de las parcelas a casa, y luego, de casa a los mercados para los negocios. Nos lleva a todas partes sin cansancio…”

En la vida moderna de hoy, cada familia H´Mong trata de conservar algunos corceles  para preservar las relaciones entre las personas y los equinos. Pues este animal no solo se vincula a los étnicos en el trabajo, sino que también es protagonista de muchos juegos populares o actividades recreativas tradicionales, entre ellos la carrera de caballos que es una diversión preferida  para los locales. Esta competición refleja la valentía, generosidad y la pasión de los montañeses. Giang A Lenh, de la comuna Che Cu Nha, en el distrito de Mu Cang Chai recordó con añoranza los días en que participó en aquellas febriles fiestas: “No nos importaba mucho  si ganábamos o perdíamos, pues ya que era motivo de alegría cabalgar en el caballo que criábamos y cuidábamos nosotros mismos ante miles de personas. Cada vez que llega la primavera, todos los muchachos se entusiasman por participar en esas competiciones en las fiestas aldeanas.”

Para otras minorías étnicas, como los Thai, Muong y Tay, es también imprescindible el caballo. Desde los tiempos remotos, la caza y la recolección de frutas son labores diarias y nada es más cómodo para un hombre que montar en un fuerte caballo atravesando montes y riachuelos hacia los bosques, donde puede mostrar toda su destreza. Además, le acompaña para pedir la mano de la muchacha que ama y hacer visitas a sus suegros después de la boda. Los muchachos dedican tiempo y fuerza en el cuidado  de sus caballos con los que esperan cautivar a las doncellas en las fiestas tradicionales. El deleite de montar caballo ha mermado en el actual ritmo de la vida moderna, pero en los pueblos de Thai y Muong en el valle de Muong Lo, provincia de Yen Bai, aún crían muchos caballos. En la cabecera de Nghia Lo y en algunos distritos de Yen Bai, carruajes tirados por corceles sirven al pueblo a precios razonables y con mucha profesionalidad. Ha Van On, residente de la comuna de Thanh Luong, del distrito de Van Chan expresó: “Me vinculo con los caballos desde que nací. Andaba con ellos por todas partes. Ahora con mi edad ya no puedo montarlos, pero nunca pienso en vender la manada de mi familia. Es como si vendiera a los amigos.”  

Anteriormente, cuando el caballo era el medio de transporte principal, dicen que los jóvenes étnicos seleccionaban un caballo tan cuidadosamente como si eligieran a una esposa. Hasta ahora, el difícil camino y la distancia no impiden a los montañeses ir hasta los mercados de caballos en Bac Ha o Si Ma Cai, para traer de vuelta al mejor.