Túnez ante el riesgo de una segunda revolución

(VOVworld) – Túnez, contemplado como el modelo más exitoso de transición democrática después de la Primavera árabe, “se hunde” hoy en la inestabilidad política y queda barrido bajo el “tornado” de la crisis política que sacude al norte de África y el Oriente medio. Dos años después de la Revolución tunecina, conocida también como la de los Jazmines en marzo de 2011, las discrepancias dentro del Partido en el poder y fuerzas opositoras, las protestas van en aumento, posibilitando un segundo cambio radical.

Estos días, miles de tunecinos participaron en marchas callejeras antigubernamentales. Tal escenario hace recordar cuando dos años atrás el joven vendedor ambulante, Mohamed Bouaziz, se suicidó quemándose públicamente a lo bonzo en protesta por las condiciones económicas y el mal trato recibido por la policía. Su muerte se considera el principal desencadenante de las manifestaciones que estallaron en todo el país, conduciendo a la Revolución de los Jazmines que consiguió derrocar al presidente dictador Ben Ali. Así nació la Primavera árabe que tuvo una amplia influencia en Oriente Medio.

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Manifestantes antigubernamentales agrupan en la capital Túnez

En comparación con otros países de la región donde soplaron “vientos de reforma”, la transferencia del poder político en Túnez se desarrolló en tranquilidad. Unos meses después de la caída del gobierno autocrático de Ben Ali, se abrigaron esperanzas de que las primeras elecciones democráticas llevaran al país a una nueva era política. No obstante, las señales alentadoras de cambios nunca se mantuvieron prolongadamente, como consecuencia de los diferendos entre la oposición laica y el Partido islamista moderado que gobierna el país. Desde el asesinato en plena calle del líder de la izquierda laica, Chokri Belaid, en febrero pasado, y del político opositor Mohamed Brahmi frente a su casa cerca de la capital, en julio, se han desencadenado fuertes manifestaciones en varias ciudades tunecinas contra el gobierno, acusado de estas muertes. Aunque a finales de julio anterior, el ministro del Interior Lotfi Ben Jeddou, anunció que un extremista salafista se implicó en el asesinato de Mohamed Brahmi, ni siquiera atenuó la oleada de indignación de los manifestantes, quienes reclamaron la dimisión del gobierno.

Quizás, el camino reformista de Túnez se hubiera desbrozado de no estallar el caos político egipcio que interrumpió bruscamente el corto mandato del presidente electo Mohamed Mursi. Los acontecimientos en ese país vecino alentaron a los antigubernamentales tunecinos a manifestarse cada vez con más intensidad. Bajo el régimen islámico moderado, el cuestionado itinerario democrático y la inestabilidad en Túnez y Egipto despiertan preocupaciones de que este país magrebino se convierta en un “segundo Egipto”. Temores de una islamización de la administración civil como complot estratégico del Partido tunecino en el poder, Ennahda, agudiza la inestabilidad en esa nación.


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El premier tunecino llama a los manifestantes a la calma para
proteger los logros de la revolución 

Por añadidura, Túnez enfrenta a facciones yihadistas, vinculadas con la red terrorista internacional Al Qaeda, que operan desde sus bases en valles y montes cerca de la frontera con Argelia. A finales de julio pasado, 8 soldados tunecinos fallecieron en enfrentamientos con los terroristas en esa región. La oposición consideró tal hecho razón suficiente para criticar el fracaso del Gobierno en combate militar a los irregulares. Otros resultados de la actual administración como elevado índice del 18%, de aumento de los casos de corrupción junto al decrecimiento económico en relación con el período previo a la Revolución de los Jazmines, avivan con creces la decepción ciudadana.

Ante la presión de las manifestaciones, el primer ministro Ali Larayed declaró aceptar todas las propuestas para llegar a la creación de un gobierno de coalición o de salvación nacional, al tiempo que llamó a realizar las elecciones generales, previstas para el próximo 17 de diciembre. Sin embargo, el Partido en el poder rechazó acceder a los reclamos de que renuncie. Según analistas, la situación política en ese país se tornará aún más candente. No se descarta entonces la posibilidad de una segunda revolución tunecina. 

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