(VOVworld) – Cuando empieza el frío y las flores de melocotón y ochna esmaltan los bosques y montañas, los pobladores de Tay Nguyen (Meseta Occidental) entran en la época de fiestas prolongada desde finales del año viejo a principios del nuevo y reinan en las aldeas los vivaces acordes de gongs y batintines. En especial, en la comunidad de Ede Bih, una rama de los Ede en el villorrio Trap, cabecera de Buon Trap, distrito de Krong Ana, en la provincia de Dac Lac, todos los conciertos de batintines Jho son ejecutados por mujeres.
En Tay Nguyen, los gongs y batintines los tocan principalmente
los hombres, excepto el pueblo Ede Bih
La señora H´Ang Nie (llamada también Aduon Nho) sobrepasa los 70 años de edad y lleva más de dos tercios de su vida participando en el grupo de batintines del poblado. Para ella, el aprendizaje del toque de este instrumento musical tradicional es tan natural como respirar, comer arroz y beber el agua diariamente. Su madre le enseñó a golpear panderos de bronce cuando tenía l0 años de edad, por lo que no solo comprende, sino que ama la música de su etnia, especialmente la que se hace con los tambores Hogo en el juego de batintines. Estos tambores guían al concierto a reflejar diferentes sentimientos. El conjunto de panderos Jho se compone de 6 instrumentos divididos en 3 pares llamados madres, hijos y padres. Junto con los tambores Hogo, los batintines producen distintos acordes. Sus sonidos parecen palabras del alma de mujeres a la tierra, el cielo y la familia. Aduon Nho dijo: “Me siento muy contenta, porque mi madre me enseñó a tocar este instrumento musical desde pequeña. También estoy muy orgullosa por la tradición cultural original de la etnia Ede Bih. Los tambores Hogo juegan un importante papel en el conjunto de batintines, porque mantienen los ritmos. Además, los tamborileos hacen que sus vibraciones resulten más seductores. Ahora estoy vieja y solo deseo buena salud para continuar representando y enseñando a mis hijas y nietas.”
Las mujeres de Ede Bih se esfuerzan por preservar los
ritmos tradicionales de su etnia
H´Lom H´Mok de l8 años de edad, ha dedicado más de l0 al toque de batintines. Reveló que conoció los panderos al participar en el conjunto de danza pioneril del villorrio. Poco a poco estos ritmos se infiltraron en su corazón y se hicieron íntimos sin darse cuenta desde cuando. Ahora, esta jovencita toca bien los instrumentos musicales en el grupo de gongs y batintines, y va frecuentemente a distintas localidades del Sur al Norte para participar en representaciones. Con su experiencia, H´lom consideró que los panderos de Ede Bih conquistarán a los jóvenes por su posición particular en la música actual. “Al principio el estudio me resultó muy difícil, porque era pequeña y no podía comprender. Al ver a mi madre tocando batintines pensaba que era de fácil práctica, sin embargo, al tomar y golpearlos fue todo lo contrario. A veces pretendía abandonar estos instrumentos musicales, pero al recordar la tradición de mi etnia, trataba de aprenderlo para que en el futuro las identidades nacionales no se pierdan. Si se comprenden estos instrumentos musicales tradicionales, podrán interpretarse bien.”
En cada primavera en la cabecera de Buon Trap, hay más jovencitas que aman los batintines femeninos del pueblo Ede Bih. H´Mly H´Mok, miembro del grupo de jóvenes instrumentistas dijo que además de descubrir lo interesante de cada pieza musical producida por los panderos, ella quiere presentar las identidades nacionales a distintas regiones del país como su madre y sus hermanas mayores. “Quiero aprender las músicas más difíciles interpretadas con batintines para presentar la cultura de nuestra nacionalidad a distintas localidades y reafirmar que nuestra joven generación también ama el arte tradicional.”
H´Riu H´Mok, jefa del conjunto de batintines del villorrio Trap dijo que el acto de culto al arroz nuevo es una de las ceremonias más importantes y características de los Ede en general y los Ede Bih en particular. La música interpretada en este rito siempre concluye con la entrega de batintines. Los autóctonos consideran que cuando los viejos están cansados y no pueden trabajar, los cultivos serán entregados a sus descendientes y estos también se encargan de rendir culto al Espíritu del arroz. Esta formalidad recuerda la continuidad para que las generaciones posteriores preserven identidades y costumbres nacionales.
Hoy día, en la aldea Trap, distintas generaciones tocan estos instrumentos musicales. Cada vez que se celebra una fiesta, aunque sus manos y pies hayan perdido fuerza, las mujeres envejecidas participan en la representación de panderos, atrayendo a los espectadores con ritmos apasionados. Las jóvenes los golpean con todo su fervor. El deseo de las viejas artistas es tener seguidores y la aspiración de la joven generación consiste en aprender lo interesante y nuevo que todavía no descubren. Esos anhelos están convirtiéndose en realidad, ya que cada día hay más jovencitas Ede que heredan el legado de sus abuelas y madres, tocando instrumentos musicales tradicionales, repercutiendo en los bosques y montañas.