Aldea de Dich Vi y su adoración a las estatuas de perros de piedra

(VOVWORLD) - Según la filosofía ancestral de los vietnamitas, el perro es un animal que simboliza la suerte, la fortuna y la alegría. En Dich Vi, una aldea en los suburbios de Hanói, sus habitantes veneran a las estatuas de perros de piedra, considerándolas como una divinidad tutelar del poblado, porque creen que este rito tradicional les trae bonanza en los negocios y prosperidad.
Aldea de Dich Vi y su adoración a las estatuas de perros de piedra - ảnh 1 Los perros de piedra son venerados en la casa comunal del pueblo de Dinh Vi, del distrito capitalino de Dan Phuong (Foto:vnpost.vn)

Situada a orillas del río Day, Dich Vi (la actual Dich Dinh) es una aldea perteneciente a Phuong Dinh, una comuna del distrito capitalino de Dan Phuong, que mantiene desde hace muchos años la tradición de rendir tributo a las divinidades, entre ellas la veneración a los perros de piedra, para que les protejan, les den buenas cosechas y una vida feliz. Sus aldeanos les llaman con respeto “Quan Lon Hoang Thach” (Mandarín del Rey de Piedra). Según una anécdota local, Ngoc Tri y Hoang Thach fueron dos hermanos que vivieron junto al río Hat. Un día, el mayor, Ngoc Tri, se fue a la guerra, confiando el cuidado de su hogar a Hoang Thach, el menor. De regreso a casa le esperaba su esposa embarazada. Sorprendido y furioso, mató a su hermano tratándolo como a un perro. La mujer dio a luz a un monstruo, por lo que Ngoc Tri se dio cuenta de que había acusado y matado injustamente a su hermano, cuyo cadáver tenía la forma de un perro petrificado y en su momento fue arrastrado por la corriente hasta el territorio de Dich Vi. Los habitantes locales lo sacaron del agua y desde entonces lo veneran como a un santo.

Nguyen Chi Cuong, el guardián de la casa comunal de la aldea, relató lo siguiente: “Es una práctica que firmemente permanece vinculada a la vida espiritual de los autóctonos. Antes, cuando la gente pasaba frente a la casa comunal debía inclinarse ante Quan Hoang o el Mandarín del Rey. Este tenía muchos poderes, incluso el de conceder deseos o resolver disputas familiares. Conozco personas que perdieron joyas en la aldea, pero después de invocar a nuestra deidad protectora las encontraron.”

En la entrada del referido pueblo hay un montículo donde se encuentra un pedestal de unos 10 metros cuadrados de ancho respaldados por dos pilares, sobre del cual hay estatuas de perros talladas en piedra verde, la más grande de un metro de alto y rodeada de otras de menor tamaño con diferentes expresiones. Sin embargo, todas están orientadas hacia el río Hat, ubicado entre los dos picos de las montañas de Ba Vi y Tam Dao.

Durante generaciones, los aldeanos llegan allí con el fin de pedir a los objetos de culto resolver sus problemas. Por ejemplo, para la conciliación entre dos personas en disputa, una corta un árbol de plátano o rompe un tazón delante de esos perros. Segun la creencia popular, los juramentos hechos en este lugar sagrado no pueden ser violados, en el caso contrario, morirán. Cao Thi Hoi, una aldeana explicó: “Todos los días 1 y 15 de los meses lunares, depositamos inciensos a nuestra deidad protectora. Confiamos en ella para los estudios de nuestros hijos, pero también cuando se trata de encontrar un objeto perdido o resolver conflictos”.

El culto a las figuras de los perros de piedra se origina de los buenos rasgos culturales del pueblo de Dich Vi, donde sus habitantes tratan de promover la honestidad, lealtad y atención a los demás, así como construir juntos una vida pacífica y próspera.

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