Un jardín de Cochinchina vietnamita en Hawái

(VOVworld) – Rectos palmares de nuez de areca, verdes enredaderas de betel y aromáticas yacas, etc. Estas imágenes muy típicas que parecen verse solamente en los jardines de Cochinchina, el sur de Vietnam, sin embargo se presentan en Hawái, un estado menor muy conocido de Estados Unidos en el Pacífico. Nos referimos a la granja de Lam Hanh, un estadounidense de origen vietnamita.

Un jardín de Cochinchina vietnamita en Hawái - ảnh 1
Los palmares de nuez de areca en la granja de Lam Hanh, en Hawai


Al despuntar el alba, en la tranquila y espaciosa granja de una hectárea, se puede divisar a un hombre tonificado y de piel muy morena, enfrascado en recolectar cada hoja de betel en plena cosecha. Es Lam Hanh, dueño de esta finca ubicada a pie de una montaña de Oahu, la isla más poblada de Hawái. El agricultor colocaba con mucha minuciosidad hoja sobre hoja, para mantenerlas en orden y evitar perjudicarlas. Estas hojas de betel serán puestas a la venta para los vietnamitas residentes en tierra firme y otras comunidades asiáticas en el país norteamericano. La granja cuenta con diversos tipos de legumbres y frutas, muy parecida a un mercado agropecuario a escala reducida en Vietnam. Lam Hanh dijo: “Aquí tenemos todas las variedades de frutas y verduras que hay en Vietnam. Se pueden encontrar betel, lolot, cilantro, culantro, persicaria, menta picante y sauropus androgynus y otras verduras en mi granja. Entre los árboles frutales, tengo longan, mango, caimito, chicozapote y yaca.”

Un jardín de Cochinchina vietnamita en Hawái - ảnh 2
 El granjero Lam Hanh está recolectando hojas de betel


Hanh dejó de recolectar las hojas de betel y nos contó con orgullo sobre lo que ha creado con sus propias manos. Hace 20 años, el joven campesino oriundo de la región acuosa del sur de Vietnam nunca pensaba que un día podía pisar Estados Unidos, mucho menos realizarse en esta tierra tan lejos de su país natal. Pero su esposa, una vietnamita de origen camboyano, recibió autorización para reunirse con su familia en Estados Unidos. Así que Hanh la acompañó a Hawái para asentarse. Los primeros días fueron muy duros para el joven matrimonio. Enfrentaba muchas dificultades. No sabían el inglés, tampoco tenían empleo. Hacían cualquier trabajo para ganarse el sustento. Después de un tiempo trabajando para otros, se dedicaron al comercio pequeño. Con el dinero acumulado, Hanh y su esposa arrendaron un terreno abandonado, propiedad de un norteamericano que trabajaba en tierra firme. Tuvieron suerte porque les permitió el arriendo de la parcela en un plazo largo y a precio muy barato. Empezaron con el cultivo de hortalizas para la comunidad asiática en Hawái, porque les pareció fácil el cultivo de legumbres que además dan cosechas muy seguidas. Después, al ver que aún quedaba una gran extensión sin explotar, aprovecharon para sembrar árboles frutales, como plátano, caimito y hasta yaca, y otros. Lam Hanh dejó saber: “Las condiciones climáticas en Hawái son más favorables que en Vietnam. Si en Vietnam hay que esperar 5 años para que un árbol dé frutos, aquí con el mismo proceso y trabajo solo se necesita de 3 años.”


Un jardín de Cochinchina vietnamita en Hawái - ảnh 3
En su jardín, Lam Hanh cultiva diversos verduras y árboles frutales típicos de Vietnam


En cuanto terminó Hanh la recolección de betel, el sol ya estaba sobre la cabeza. No le daba tiempo para almorzar, puesto que debía ir a otra parcela, a un kilómetro, para cosechar lolot, que según él les encanta a los asiáticos en Estados Unidos. Tras 16 años transcurridos que a su parecer volaron, ahora cada semana la familia de Hanh envía a tierra firme decenas de cajas de hortalizas y frutas, facturando miles de dólares. Las verduras que oferta son principalmente menta, persicaria, cilantro, culantro y lolot, y de las frutas cultivadas en su granja, la guanábana es la más codiciada. Tras cargar varias cestas de guanábana en su coche, el agricultor regresó de prisa a una choza levantada en medio de su jardín. En la choza se veían cartones, cubos, cazuelas y alimentos por doquier, todos de marca vietnamita. Dijo que vive en Estados Unidos hace 20 años, pero no se ha acostumbrado a las comidas occidentales, por eso les pide a su madre y sobrina cocinar comidas vietnamitas para él y su esposa en la misma choza. Mientras nos contaba su historia, Hanh trabajaba con sus manos incansablemente y una media hora después, ya tuvo lista una docena de cajas de legumbres y frutas que fueron selladas y cargadas en un vehículo. Dijo que en cualquier lugar, las faenas del campo son siempre duras y el ingreso solo es suficiente para la vida. Pero no quiere cambiar este trabajo por ningún puesto de oficina, pese a que éste le puede dar un ingreso más alto. “Me gusta trabajar a cielo abierto, entre la naturaleza. Me parece incómodo laborar en alguna fábrica o empresa. Deberé cumplir con el horario laboral de la empresa y no podré disfrutar más el ambiente natural cultivando. Ya me he acostumbrado a esta vida tan libre y en plena naturaleza como en Vietnam.”
Terminada la conversación con nosotros, subió al coche y activó con rapidez el motor. Llegó la hora de entregar mercancías a sus clientes y luego pasará por la escuela de sus hijos para recogerlos. Justamente el sol comenzaba a caer y ponerse.

comentar

Otros