A un año de campañas aéreas contra el Estado islámico

(VOVworld) -Hace año desde que la coalición internacional liderada por Estados Unidos lanzó la guerra aérea contra los blancos del grupo yihadista autodeclarado Estado Islámico con un costo aproximado de miles de millones de dólares, parece que esta organización extremista sigue aumentando sustancialmente sus fuerzas, lo que obligó a la coalición a adelantar nuevas soluciones para hacer cambiar la coyuntura.

Estados Unidos y sus aliados comenzaron a finales de 2014, la guerra contra el Estado Islámico, un grupo terrorista insurgente asentado en un amplio territorio de Iraq y Siria. Hasta la fecha se han realizado 6 mil bombardeos dirigidos a los blancos del grupo terrorista. Durante el año pasado, para frenar su avance, los estadounidenses gastaron cerca de 3 mil 500 millones de dólares, sin contar los fondos para entrenar y asesorar a las fuerzas iraquíes. Sin embargo, estos esfuerzos no han logrado lo deseado.


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300 aviadores y 6 cazas F-16 de Estados Unidos llegaron a la Base Aérea Incirlik en la provincia de Adada, al sur de Turquía


Estado Islamico amplía cada vez más su influencia

Según cálculos, los ataques aéreos de la coalición han destruido miles de hombres armados del Estado Islámico, reduciendo un 30% del territorio de Iraq y Siria, ocupado por los rebeldes. No obstante, para Estados Unidos y sus aliados no ha sido fácil alcanzar su meta de “aniquilar de raíz” esta amenaza. Una prueba de ello es que varias posiciones estratégicas en Iraq y Siria cayeron en manos de esta organización terrorista. Además, ha ampliado el alcance de la guerra por otras regiones del mundo. Apenas un año después de controlar Mosul, primera ciudad estratégica en el norte de Iraq, el color negro de la bandera del Estado Islámico ha aparecido en otras ciudades importantes como Ramadi, a unos 100 kilómetros al oeste de Bagdad, donde la existencia de las autoridades locales parece a ser muy frágil.

 Mientras tanto en Siria, país envuelto en una guerra civil, el grupo rebelde finalmente tomó el control de la ciudad de Palmira y el puesto fronterizo con Iraq. Los yihadistas están en camino de alcanzar la meta de establecer un Estado Islámico con bases necesarias como territorios, fuerzas militares y recursos financieros obtenidos a partir del petróleo. Para impedir esta amenaza, Washington y sus aliados internacionales no tendrán otra opción que cambiar la estrategia en su lucha, porque el Estado Islámico se ha convertido en una fuerza muy organizada en comparación con otros grupos extremistas activos en la actualidad.

Cambia la situación de la guerra

Un punto de inflexión de la guerra fue la decisión de Turquía de cooperar con Estados Unidos y unirse a la lucha, después de meses de calma. A pesar del rechazo estadounidense al posible despliegue de sus tropas terrestres en Oriente Medio, el Pentágono envió recientemente seis aviones de combate F6 y cerca de 300 soldados a la base aérea Incirlik de Turquía, en un esfuerzo para cambiar el resultado de la guerra. Además, la administración del presidente Barack Obama anunció financiar un programa de más de 500 millones de dólares, dirigido a entrenar a más de cinco mil hombres armados de la oposición siria, con un plazo de tres años para este propósito. Precisamente ayer, las fuerzas norteamericanas utilizaron aviones tripulados transferidos desde la base aérea de Incirlik en Turquía, para bombardear los blancos del Estados Islámico.

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A punto de cumplirse un año de la gran ofensiva yihadista en Siria e Iraq, las milicias del Estado Islámico acaban de ampliar sus conquistas de Palmira y Ramadi


Es
cada vez más difícil para la coalición

Mientras que los atentados aéreos realizados por la coalición contra los rebeldes en Iraq y Siria no resultan eficientes, Estados Unidos y sus aliados enfrentan muchas dudas en torno a la verdadera meta de la guerra. El Gobierno sirio declaró su apoyo a los esfuerzos para combatir esta organización terrorista, pero con la condición de que exista una coordinación y se consulten en sus opinones. Rusia pidió a Estados Unidos cooperar con el presidente sirio Bashar al-Assad, en la lucha contra el Estado Islámico, y que esto requiere de una coalición internacional que reúna a todos los “enemigos comunes” de los yihadistas. Por otro lado, Washington y algunos países de la región se niegan persistentemente a reconocer al presidente sirio, Bashar al-Assad como socio en su lucha contra el terrorismo.

La cooperación de Ankara facilitará a Washington el despliegue de los ataques aéreos en el frente antiterrorista. Sin embargo, con la falta de reconocimiento del papel del gobierno sirio, a la coalición le será difícil luchar contra la creciente amenaza yihadista. Entre tanto, Iraq y Siria rechazaron cualquier intervención militar desde el exterior, considerándola como una violación de su soberanía nacional. Rusia e Irán instan a un nuevo plan, proponiendo invitar a todas las partes, incluido el ejército sirio, los grupos armados y las fuerzas kurdas, para sentarse en la mesa de negociaciones. Esta es considerada una solución viable para resolver la crisis siria, proporcionando así una nueva oportunidad para crear un gran avance en la lucha contra el Estado Islámico que se pronostica seguirá siendo muy ardua.

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