Elecciones presidenciales en Afganistán: camino espinoso

(VOVworld) – Los afganos participarán a finales de esta semana en las elecciones presidenciales con la expectativa de que el nuevo gobierno lleve al país a salir de la inestabilidad, corrupción y estancamiento en las negociaciones sobre seguridad con Estados Unidos después de 20l4. Sin embargo, sucesos previos a los comicios amenazan el proceso de traspaso del poder en esta República Islámica, demostrando que la situación política en Afganistán es difícil de resolver.

En vísperas de la votación ocurrieron en Afganistán una serie de ataques terroristas enfilados a obstaculizarlas Mientras, la poca diferencia del índice de apoyo a los candidatos conduce a la posibilidad de una dispersión de sufragios.

Talibán amenaza con sabotear los comicios


Cerca de un mes antes de las elecciones los talibanes divulgaron su propósito de sabotear esta consulta ciudadana de importancia especial con llamamientos públicos a todos sus integrantes a paralizar la votación mediante todas las formas posibles. Esta declaración peligrosa y de carácter violento fue difundida en internet. Según adelanta los insurgentes apuntarán a importantes personajes vinculados con los comicios, funcionarios electorales, votantes y fuerzas de seguridad.

Poco tiempo después una serie de ataques sangrientos fueron desatados por los rebeldes, desafiando a cientos de agentes de seguridad del gobierno puestos en alerta. El 25 de marzo, francotiradores atacaron un punto electoral en Darulaman, al Oeste de Kabul, capital afgana, donde viven numerosos extranjeros. Recientemente, el 29 de marzo, los talibanes hicieron lo mismo contra la Comisión Electoral Independiente de Afganistán, lugar protegido rigurosamente en Kabul. Ante la escalada de violencia, el aeropuerto capitalino fue cerrado.

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Talibanes atacaron el 29 de marzo contra la Comisión
 Electoral Independiente de Afganistán


Lo ocurrido en este país de Asia meridional preocupa a los observadores porque nadie pueda asegurar que los comicios presidenciales del 5 de abril se desarrollen tranquilamente. En especial en el contexto en que el presidente estadounidense Barack Obama informó a su homólogo afgano, Hamid Karzai, que Estados Unidos y la OTAN no tienen ninguna opción que la de retirar sus efectivos de Afganistán a fines del presente año.

No solo se puede provocar inestabilidad, ya que los especialistas políticos no descartan la posibilidad de que los insurgentes aprovechen el caos en el día electoral para ocupar el poder. Esta preocupación tiene fundamento ya que las fuerzas de seguridad afganas están mal equipadas y organizadas, y tienen dificultades en enfrentar a los talibanes.

Lo que llama la atención es que aunque los rebeldes han asumido la responsabilidad sobre los ataques, el Gobierno afgano todavía afirma que estos fueron realizados por espías extranjeros.

Ningún candidato es mejor


Mientras los insurgentes tratan de sabotear la votación, en el escenario político, la carrera entre l0 candidatos está en la etapa de máximos esfuerzos.

El postulante de más peso en la actualidad es Abdullah Abdullah, exlíder de la Alianza del Norte. También es el único aspirante que declaró que logrará la victoria desde la primera vuelta. Según especialistas, para alcanzar su objetivo, debe demostrar que es candidato de paz y reconciliación con el Talibán.

Además de Abdullah, Ashraf Ghani, especialista económico internacional que ocupó el cargo de ministro de Finanzas bajo el período del presidente Karzai desde 2002 hasta 20l4, al parecer tiene ventaja y fue postulante en los comicios presidenciales en 2009.

El tercer pretendiente es Abdul Rasul Sayyaf, uno de los líderes más famosos de Afganistán, considerado como el que se responsabilizó por el retorno de al Queda al país. Este personaje tiene un criterio muy conservador relacionado con los derechos de mujeres y la libertad social, debido a sus profundos vínculos con los guerreros musulmanes. Sayyaf ayudó a Bin Laden a volver a Afganistán después que el cabecilla de la red terrorista al Qaeda fue expulsado de Sudán. Cualquier aspirante que se convierta en presidente de Afganistán después del 5 de abril, deberá enfrentar tareas difíciles como la baja moral de efectivos afganos, la esperanza de recuperar el poder de los talibanes y la débil economía, con un presupuesto para 20l4 que no superará los 7 mil millones de dólares.

Los ataques terroristas que amenazan con sabotear las elecciones y el hecho de que ningún candidato tenga más ventaja hacen que los comicios presidenciales en Afganistán encaren numerosas contingencias. La esperanza del pueblo de esta República Islámica sobre un futuro más brillante aún estará por delante.
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