(VOVWORLD) - El nuevo coronavirus, con una evolución rápida y complicada en el mundo, hace que varios países de Occidente, sobre todo Estados Unidos, busquen maneras para aumentar la distancia con China, el lugar de origen de la pandemia del Covid-19. Esta crisis sanitaria global no solo provoca colosales pérdidas humanas y económicas, sino además es un pretexto para agravar las contradicciones de por sí profundas entre Estados Unidos y sus aliados por un lado y China por el otro. Esto supone cambios en el panorama económico y político global.
Un hospital de campaña para pacientes de Covid-19 en Wuhan, en la provincia de Hubei, China. (Foto: Xinhua/VNA) |
La disputa entre Estados Unidos y China sobre la procedencia del virus SARS-CoV-2, causante de la pandemia del Covid-19, tiende a tensar su confrontación comercial. Se trata de un conflicto que se ha ido extendiendo desde el comercio y la seguridad a muchos otros campos, como las finanzas y la tecnología. Aparte de Estados Unidos, numerosos países también están adoptando una política más “cautelosa” con Beijing.
Latente riesgo de un conflicto más amplio entre Estados Unidos y China
El pasado 23 de mayo, el Departamento de Transporte de Estados Unidos acusó a China de intentar obstruir la reanudación de los vuelos de dos aerolíneas norteamericanas y, por otra parte, pidió a cuatro agencias de aviación del gigante asiático presentar los horarios de los itinerarios y la información relacionada. Un día antes, el Departamento de Comercio estadounidense anunció que otras nueve entidades chinas serían incluidas en una “lista negra” económica. Los sujetos colocados en este listado enfrentan una serie de restricciones en virtud de las Regulaciones de la Administración de Exportaciones, incluidos los requisitos de licencia adicionales para los individuos y las organizaciones supuestamente relacionados con las “actividades que van en contra de la seguridad nacional o los intereses de la política exterior de Estados Unidos”. Estos son nuevos hechos que se añaden a la tensa situación en las relaciones entre las dos potencias.
Con antelación, a inicios de mayo, el presidente estadounidense, Donald Trump, declaró que estaba sopesando la reactivación de la política tributaria contra China en relación con el brote pandémico y amenazó con dar la espalda a la fase uno del Acuerdo Comercial bilateral.
La tirantez se siente además en el sector financiero y tecnológico. El último sábado, el índice Hang Seng de Hong Kong experimentó una caída del 5,6%, el nivel más bajo en una jornada de la bolsa hongkonesa en casi cinco años. Refleja la reacción de los inversores al anuncio de Beijing acerca de un proyecto relativo a una nueva ley de seguridad nacional para esta región autónoma especial. Mientras, el Senado norteamericano aprobó una legislación que permite impedir a las empresas chinas cotizar en las bolsas del país o movilizar capital de sus inversionistas, salvo que cumplan las estipulaciones y normas de auditoría de Estados Unidos.
En el campo de la tecnología, la competencia entre Washington y Beijing gira en torno a la red inalámbrica 5G con el Grupo de Huawei como blanco. La parte estadounidense ha impuesto repetidamente restricciones a la empresa china por razones de seguridad. El 15 de este mes, el Departamento de Comercio anunció que todos los fabricantes de microchips extranjeros que utilicen tecnología estadounidense tendrían que solicitar licencia antes de vender sus productos a Huawei.
Necesidad de configurar relaciones con China
Los tensos vínculos entre Estados Unidos y China también hacen que los aliados de Washington reevalúen sus lazos con Beijing. La pandemia del Covid-19 parece ser un acicate para que demuestren más claramente sus puntos de vista y actúen con mayor determinación. Un ejemplo es el Reino Unido. En el pasado mes de abril, numerosos legisladores británicos instaron al primer ministro, Boris Johnson, a revisar los nexos con China después del fin de la plaga del nuevo coronavirus. El Gobierno británico también planea arreciar el control sobre las industrias estratégicas y de alta tecnología del país, con programas concretos para reducir la participación de Huawei en la construcción de la red 5G en el Reino Unido en los próximos tres años. Este cambio de política es la más reciente muestra del deterioro de las relaciones entre Londres y Beijing. Incluso, el canciller británico, Dominic Raab, informó el jueves sobre el término de unas “relaciones normales” con China.
Igualmente, China y Australia también enfrentan un momento difícil. El aumento por parte de Beijing de los aranceles del trigo australiano al 80% es considerado como una respuesta al apoyo de Canberra a una investigación más independiente y completa sobre el “culpable” de la pandemia global. Duras declaraciones y acciones de represalia siguen produciéndose entre las dos partes, sin signo de alivio alguno.
El Covid-19 socava más las tensas relaciones entre Estados Unidos y China y podría activar una nueva guerra fría. También afecta a los nexos de Beijing con sus importantes socios económicos, comerciales e inversionistas. Las campañas de acusaciones mutuas entre estos países empujarán el ambiente internacional, de por sí complicado con muchos traslados por la pandemia, a una situación de mayor incertidumbre e inestabilidad.