(VOVworld) - Al llegar a la comuna de Hai Trieu, provincia de Hung Yen, si los visitantes preguntan sobre Do Van Duc, todos los lugareños conocen claramente a su familia. Además, le dedican elogios sinceros como ejemplo en el desarrollo económico y educación filial.
“No escatimar esfuerzos frente a las dificultades y penalidades, y hacer todo por mis hijos” es premisa de Do Van Duc. Al igual que numerosos jóvenes de la comarca de Hai Trieu, en l974 se alistó en el ejército cuando tenía l9 años de edad. Tras abandonar su empobrecida tierra natal, Van Duc y su unidad militar llegaron al campo de batalla de Buon Ma Thuot y avanzaron hacia Saigón para liberar la mayor urbe sureña. En la guerra encarnizada tuvo más suerte que sus compañeros y solo sufrió algunas heridas leves. Por ello, después del restablecimiento de la paz regresó completo a su tierra de origen. Sin embargo, lo más difícil para los soldados licenciados era la pobreza, ya que la tierra era muy costosa y el carecía de algún oficio. Se casó con una joven aldeana, pero la situación de la familia de su esposa no era mejor, por lo tanto el joven matrimonio enfrentó más dificultades. Ralizaron todos los trabajos posibles para ganarse la vida. Sin dinero ni tierra pero con la voluntad del soldado no se permitió dar pasos atrás. Duc dijo: “Nos casamos y tuvimos hijos en el período de las subvenciones propias de escasez de alimentos. Nos esforzamos por superar las dificultades y mejorar la vida. Empezamos a criar puercos y vacas. Gracias a ello pudimos comprar tierra para nuestros hijos”.
Con la divisa de acumular poco a poco, ahora su hogar cuenta con toda una cría de cerdos y cerca de l0 vacas. Nguyen Thi Mau, su esposa compartió:
“Actualmente mi familia tiene 50 cerdos, con 30 hembras y 4 bueyes. Al principio solo criamos algunos y después se reprodujeron y tuvimos dinero para desarrollar la cría. En momentos difíciles tuvimos que pedir préstamos para comprar una ternera para cría. Mi esposo y yo nos dijimos que debíamos fomentar la ganadería y sembrar arroz para elevar nuestra vida”.
Ahora, al sentarse en una casa cómoda, Duc recordó con melancolía los años duros. Para tener una manada de cerdos tuvo que llegar a distintos lugares, solicitando préstamos. Él agregó:
“Hace 30 años, después de criar he tenido que llevar cada cerdo al mercado para venderlo a más de l0 mil dong, pero nunca abandoné esta faena. Con dinero obtenido sostuve mi hogar”.
La cría de animales domésticos dependía del tiempo y las epidemias, sin poder evitar riesgos, sin embargo Duc tampoco se desalentó. En comparación con otros ganaderos tuvo más suerte porque sus pérdidas no fueron grandes. Apuntó que más que a la suerte se debió al tiempo en que trabajó en una granja ganadera.
“Después del restablecimiento de la paz trabajé en varias granjas del ejército. Llegué hasta enfermarme de 5 a 7 veces por la malaria. Algunas veces fui a Lang Son o Xuan Mai, Hoa Binh, pensé en criar vacas y me ganó la pasión por ésta, ya que no me acostumbré a la actividad del comercio”.
Duc no solo desarrolló la ganadería sino que también compró un barco para explotar arena. Trabajó día y noche y obtuvo un ingreso también considerable. Libre de gastos, gana de 40 a 50 millones de dong al mes. Con este dinero puede cubrir los gastos de su familia y atender a sus hijos.
“En general, todo es por nuestra vida y nuestros hijos. A veces no pude dormir pensando en ellos. Ahora mis 3 hijos están casados, nunca discrepan de sus padres y tratan de fomentar la economía.”
Lo más feliz para Duc consiste en que sus hijos viven con sencillez y se reúnen alrededor de sus padres. Ahora con avanzada edad y ya sin energía y dinamismo del pasado pero ha sabido seguir transmitiendo a sus hijos el fervor en el fomento de la economía y la dedicación de sus vidas al bienestar familiar. Dijo que cualquier oficio requiere consagración y que puede sentirse orgulloso entre los aldeanos gracias a la ganadería.