(VOVWORLD) - El embajador de El Salvador en Vietnam, Rubén Omar Orozco Burgos, entregó ayer dos pinturas al Museo de la Mujer de Vietnam y al Colegio Internacional Bilingüe Wellspring Hanoi, con el objetivo de reforzar los lazos de amistad entre ambos países.
Las obras son creación del pintor José Alex Chávez, conocido como Aleph, discípulo del maestro español Valero Lecha, considerado el “padre de la pintura salvadoreña”.
En la ceremonia, el embajador Orozco Burgos destacó que Aleph ha sabido heredar la tradición artística de su país y proyectarla con una visión singular, convirtiéndose en un puente cultural entre naciones.
El embajador de El Salvador en Vietnam, Rubén Omar Orozco Burgos, al lado de una pintura de José Alex Chávez. (Foto: nhandan.vn) |
Expresó además su deseo de que las pinturas se exhiban en lugares destacados como símbolo perdurable de la amistad entre El Salvador y Vietnam.
La pieza destinada al Museo de la Mujer de Vietnam plasma elementos cotidianos de la vida salvadoreña: el marañón, la granada, el frijol - alimento básico de la dieta local, junto al trompo, tradicional juego infantil, y el tecomate, recipiente ancestral de uso campesino.
Sobresale la figura del búfalo, que remite a la cultura vietnamita, donde este animal es emblema de la agricultura arrocera y “cabeza de la hacienda”.
La obra entregada al colegio Wellspring Hanoi representa un tablero de ajedrez gigante en el patio escolar, espacio de encuentro para profesores, alumnos y familias. Más allá del juego, simboliza la cohesión comunitaria.
La pintura fue acompañada por el título honorífico “Noble Amigo de El Salvador”, que distingue a quienes realizan aportes significativos al país centroamericano.
Los delegados en el acto de entrega de cuadros. (Foto: VASS) |
El doctor Nguyen Vinh Son, rector general de Wellspring, afirmó que se trata de un gesto de diplomacia cultural que inspira a los jóvenes a cultivar el conocimiento, el humanismo y la responsabilidad como ciudadanos globales.
A su juicio, la metáfora del ajedrez refleja un mensaje profundo: cada pieza tiene un valor propio, pero solo en armonía con las demás surge una estrategia luminosa, en sintonía con los principios de apertura, integración y humanismo que la escuela promueve.
La entrega de estas obras confirma que la cultura y la educación son puentes duraderos para estrechar vínculos de amistad. Y, como las casillas blancas y negras del ajedrez, cuando se enlazan con destreza, no solo componen una partida brillante, sino que despliegan un horizonte de confianza y fraternidad entre dos pueblos.