El ex espía Sergey Skripal y su hija, Yulia (Foto:telegraph.co.uk)

En una rueda de prensa, la Casa Blanca informó que los dos líderes coincidieron en la importancia de aplicar las medidas necesarias para contener lo que los dos países tildaron de “operaciones secretas” de Moscú y evitar así los posibles ataques con armas químicas en ambos territorios.

El mismo día, el secretario de Relaciones Exteriores británico, Boris Johnson, dijo que Rusia subestimó la reacción internacional al referido incidente, por el que Londres culpó a Moscú.

Mientras, el representante diplomático de Rusia ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Alexander Lukashevich anunció que la expulsión de más de 150 diplomáticos rusos ha creado “un precedente peligroso para imponer castigos colectivos infundados a un país”. Afirmó que las acusaciones británicas contra su nación en este caso fueron una “provocación generalizada”.

En declaraciones a la agencia de noticias RIA Novosti, el vicecanciller ruso, Sergei Ryabkov, dijo que Moscú “no tiene prisa” a fin de tomar medidas para neutralizar las expulsiones masivas de sus diplomáticos y aún deja abiertas “todas las posibilidades”.

En un acontecimiento relacionado, la Cancillería del país euroasiático emitió un comunicado en el que pide a Londres trabajar en estrecha colaboración con las agencias de investigación rusas para aclarar el envenenamiento del ex espía Skripal.

Hasta el momento, 19 de los 28 países de la Unión Europea han ordenado la expulsión de diplomáticos rusos, mientras que otros tres han convocado a sus embajadores en Rusia para consultarles. Solo Grecia, Bulgaria, Chipre, Portugal, Eslovenia y Austria no han hecho ningún movimiento al respecto.