Por Miguel Ángel Bastidas (de Venezuela)

Llegaron y pasaron los días más importantes en la vida cultural del pueblo vietnamita; el Tet, o magna fiesta nacional que da la bienvenida al nuevo año lunar, días propicios para un gran encuentro familiar, en el cual siempre está latente el espíritu de los ancestros, cercanos y lejanos.

Se fue el Año del Dragón en el calendario lunar, el cual dejó importantes satisfacciones en el campo económico, como lo expresó recientemente el secretario general del Partido Comunista, Nguyen PhuTrong, en su saludo al pueblo por los éxitos alcanzados: un incremento económico de más del 5% y una inflación frenada en el 6.81%, entre otros avances, merecen un agradecimiento al mítico Dragón, símbolo de la fortaleza vietnamita.

También hay que anotarle al híbrido animal, el aumento de las exportaciones de productos agroforestales y acuáticos -en la recta final del Año Lunar- de 2.170 millones, un repunte del 39,7% comparado con el mismo lapso del anterior lapso.

El domingo 10 de febrero, tuvo a la serpiente como invitada de lujo, que con su inteligencia, promete garantizar riqueza, prosperidad y mucha suerte. Si el ofidio responde a las expectativas, por ejemplo, Vietnam mantendrá el liderazgo en la producción de arroz y exportará unos 7.000.500 toneladas de la importante gramínea. La esperanza es que el Año de la Serpiente supere al del Dragón, para que Vietnam se mantenga en la vanguardia de los países de la ASEAN.

Más que una fiesta consumista, el Tet vietnamita reencuentra al país con su pasado, su historia, sus ancestros.