Culto vietnamita a la culinaria del Tet

Por Hugo Rius Blein (corresponsal de Prensa Latina)



Hanoi sorprende siempre al estrenado visitante, del viejo al nuevo año lunar en cuestión de horas, transformándose radicalmente de abigarrada y bulliciosa en apacible y semidesértica.

El transeúnte puede andar entonces a sus anchas por las amplias aceras, sin los improvisados expendios de alimentos cocinados que se consumen sentados en pequeñas banquetas ni las motocicletas aparcadas que acaparan el espacio.

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Una calle capitalina en el primer día del Tet 

Al menos durante la primera semana de su flamante Tet primaveral de la serpiente así de tan inhabitual se presenta la capital que alberga unos seis millones de habitantes, quienes por lo visto en gran parte provienen de otras regiones del país.

Con nueve días feriados en su festividad tradicional más importante, todo el que puede se las arregla para trasladarse al terruño de origen donde quedan familiares para la sagrada reunión, las cenas y el tributo conjunto de gratitud a los antepasados.

Los oriundos de Hanoi y los más establecidos se van a pasear alrededor de sus lagos, y visitan o reciben a vecinos y amigos para desearse bienandanzas de todo tipo, desde salud hasta prosperidad.

Tras las puertas y ventanas apenas abiertas puede suponerse con certeza el culto y disfrute a las especiales comidas reservadas para la ocasión, algo que también da rienda suelta a un elemento prominente de identidad nacional.

Para la inmensa mayoría de los vietnamitas, que profesan el budismo, y acuden sin falta a las pagodas, lo primero a cuidar es la ofrenda a los antepasados, que varía en cada región, pero siempre antes del nuevo año lunar.

Si en el norte consiste en tres tipos de sopa, un cuenco de arroz y seis platos con carne de gallina, cerdo y pescado con verduras; en el sur se prefiere colocar en el altar el cerdo estofado con coco o huevo y una sopa típica de ese territorio.

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La tradicional bandeja de comidas del Tet de los vietnamitas en el Norte

Ya en la propia celebración y por estos días de encuentros reina en la mesa el Banh Chung, un pastel que se elabora con arroz glutinoso, carne de puerco y frijol envuelto en hojas de plátano.

En cuanto a la repostería los dulces más populares que suelen ofrecerse a las visitas son el Che Kho y el To, de tan laboriosa confección, que tienden a desaparecer de la cocina hogareña debido a ritmo veloz de la vida de hoy, y se recurre entonces a adquirirlos en puestos de ventas.

Basado en su versión original en la planta maranta, y su mezcla con leche y harina blanca y azúcar, requiere de largas horas de repetitivos procesos de drenajes, secados y exposición en hornos. En otras variantes se utilizan como ingredientes arroz glutinoso, jengibre, sésamo y azúcar crudo.

En cualquier caso deleita con creces a invitados, a los que los vietnamitas rinden hospitalaria pleitesía como corresponde a la buena tradición del Tet, para el que como dice un viejo refrán popular, trabajan todo el año, y por cierto duramente.

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