Simón Bolívar y Ho Chi Minh, dos personajes hermanados por sus historias

Autor: Nelson Rodríguez A (Venezuela)

Los  escenarios  en  los  cuales actuaron Simón Bolívar  (1783-1830),  libertador de Venezuela y de  cuatro Naciones más  en Suramérica,  y Ho Chi Minh  (1890- 1969),  padre  de  la  independencia  de Vietnam,  fueron   distintos  en  la geografía  y  el  tiempo;  sin  embargo,  los  objetivos  y  características  de  sus  luchas  los  han  hermanado  en  la historiografía de los procesos libertarios del mundo.  

Estos dos personajes no podrán ser excluidos de un análisis referido a acontecimientos libertarios y anticolonialistas de los pueblos, en cualquier parte de la geografía universal donde se aborde tan apasionante temática. 

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Ambos  consagraron  sus  vidas  a  la  independencia  y  libertad  de  sus  Naciones.  Bolívar  luchó  contra  la  Colonia española que por más de 300 años diezmó a Latinoamérica con pillajes y crueldades a cuyo grado de perversidad puede llegar el hombre cuando trasciende las barreras de lo irracional; mientras que Ho Chi Minh lo hizo contra el coloniaje francés que por cien años, aproximadamente, se apoderó de las riquezas del territorio vietnamita al cual los galos llamarían más tarde la “Cochinchina” e implementarían, entre sus mecanismos hegemónicos, el irrespeto a la condición humana de  este pueblo  de  cultura  rural  ancestral que,  en  aquéllos momentos,  sufrió despiadadas  torturas físicas  y  sicológicas,  mientras,  por  otra  parte,  era  víctima  de  hambrunas  que  arrojaban  saldos  de  millones  de muertos: mujeres, ancianos y niños… 

Estos dos hombres, cada uno en sus territorios: Bolívar en  América del Sur y Ho Chi Minh en el Sureste Asiático, fueron escogidos- en distintas épocas- como libertadores de sus países. Se formaron intelectualmente en las lecturas de libros de enciclopedistas y clásicos, tanto en el arte de la guerra como en los tratados filosóficos, que produjeron en ellos un bagaje de informaciones fundamentales en materia de sociología política. Conocimientos que mezclados con sus innatas condiciones de erudición y amor por la vida, hicieron que sus sensibilidades se volcaran hacia una entrega total, con el único propósito de salvar a sus pueblos de las barbaries que los oprimía. 

Entonces,  Bolívar  dijo  ante  su maestro  (Don  Simón  Rodríguez)  en  una  especie  de  cátedra  aristotélica  desde  la inmensidad del Monte Sacro (luego de una caminata de París a Roma): ¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma,  hasta  que  haya  roto  las  cadenas que  nos  oprimen  por  voluntad del  poder  español¡.   El  héroe  venezolano contaba en aquél momento con 22 años de edad. 

Fue una decisión trascendental en su vida. Los últimos diez años de su existencia, íntegros, hasta su muerte a los 47 años fueron consagrados a las luchas contra el ejército de España y los problemas políticos domésticos surgidos al calor del proceso independentista. Dejó a un lado todo compromiso ajeno a la meta que se había trazado: no volvió a contraer matrimonio, no tuvo residencia fija y se comunicaba con sus hermanas a través de correspondencia, no se ocupó  de  sus  riquezas  heredadas  que  eran millonarias,  incluso  para  la  época  actual,  y  las  destinó  a  sus  luchas revolucionarias, dedicándose por entero, a lograr la libertad de América. Liberó cinco Repúblicas (Venezuela, Perú, Bolivia,  Ecuador  y  Colombia)  que  eran  víctimas,  desde  mediados  del  Siglo  XVI,  de  las  crueldades  del expansionismo  del  reino  de  España.  Su  revolución  cambió  el  rumbo  de  la  historia,  tanto  a  nivel  de  la  España imperial como de los países de la América hispana. 

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Por su parte Ho Chi Minh, a  los 20 años de edad, 106 años después que Bolívar hiciera su  juramento en el Monte Sacro,  opta  por  viajar  al  exterior  en  busca  de  ayuda  para  liberar  a  su  país  de  los  horrores  del  sistema  colonial impuesto por Francia y desde el puerto de “Nha Rong”, ubicado al sur de Vietnam, el 5 de junio de 1911, se va hacia Occidente en el barco “Amiral Latouche Treville”, en  el cual,  luego de varios  intentos  fallidos por embarcar,  fue admitido como obrero en  las bodegas que almacenaban el carbón de combustible para  las máquinas y  luego como “pinche” o cocinero. 

Describen apuntes sobre sus memorias episodios de cómo, a Van Ba, el pseudónimo escogido antes de zarpar, una ola del mar enfurecido, en un momento de la larga travesía, lo arrastró hasta el punto de poner en peligro su vida y, afortunadamente, contó para salvarse con el auxilio de integrantes de la tripulación.

El suyo fue un viaje largo, diferente al de Bolívar, se movía en escenarios de una política en la cual se hizo necesario transitar por el mundo de las ideas hasta obtener solidaridad extranjera en materia ideológica, para luego ascender a los estadios de la guerra, en la cual, la guerra de guerrillas resultó fundamental. 

Estudiosos de su Obra, han dado evidencias sobre cómo los primeros 50 años de  la vida del prócer vietnamita se convirtieron  en  un  incansable  transitar.  Mientras  en  el  suelo  vietnamita  sus  camaradas  de  lucha  armaban  los comandos  y  daban  golpes  certeros  al  enemigo,  él  adquiría  apoyo  de  la  solidaridad  de  países  y  de  líderes  que comulgaban con sus ideas libertarias. 

En ese contexto, el líder vietnamita armó los distintos correajes para las discusiones en las mesas de negociaciones, mientras  en  el  país  la  guerrilla  batallaba  contra  el  colonizador  francés.  Contó  con  un  Partido  y  organizaciones internas y externas que le fueron permitiendo a Vietnam zafarse de las cadenas opresoras. 

Fue así como surgió la figura de Ho Chi Minh, convertido en el gran líder. Cuando le toca gobernar el país, a raíz de la división lograda en mesas de discusiones y combates, en Norte y Sur, es un político conocido dentro y fuera de Vietnam. Maneja  varios  idiomas,  posee  amplios  conocimientos  de  filosofía  y  sociología  política. Un  hombre  de mundo, que había vivido en Francia, en Inglaterra, en China desde donde operó por espacio de veinte años y purgó pena en distintas cárceles por más de un año, bajo el régimen de Chang Kai Shek. Pero como todo pensador intenso, ese  tiempo  lo dejó  reflejado en  textos históricos muchos de ellos  recogidos en el  libro “Diario de Prisión” en  los cuales condensó el ideario político y su sensibilidad poética, que por cierto ésta ha sido relegada por su condición de estadista. 

Aquél muchacho que  se había  ido de Vietnam, en un azar propio de  la angustia de ver a  su pueblo  sumido en  la desgracia  total,  ahora  posee  una  visión  universal  de  los  distintos  contextos  políticos  universales,  cuenta  con  un partido político estructurado y una organización con redes en todo el país de hombres y mujeres en posición de lucha política activa, ideológica y militar, contra el coloniaje opresor. 

De él no se conoce juramento como el que hiciera Bolívar, sin embargo existen ocho documentos bases del proyecto político que Ho Chi Minh, había concebido y que al comienzo de su permanencia en Paris, no pudo publicar. En ellos reclama las libertades esenciales e igualdad de derechos entre franceses y anamitas. No obstante, con la ayuda de Jean Longuet, un nieto de Carlos Marx, logró que el periódico “Le Humanité” publicara un  texto suyo  titulado “Recuerdos de un Desterrado”. 

Para Ho Chi Minh, un periódico es un arma importante en un proyecto revolucionario como el suyo, en Paris editó hojas con contenido ideológico y unos cuantos semanarios, siendo el principal o más conocido  “Le Paria” (1922) de gran utilidad en sus propósitos políticos; En China entre 1925 y 1927 publicó el periódico Thanh Nien (Juventud). 

Por  su  parte,  Bolívar,  en  1818,  creó  el  periódico  “El  Correo  del Orinoco”,  que  se  constituyó  en  un  importante instrumento para masificar las informaciones sobre la lucha emancipadora. Bolívar opinaba que la imprenta era tan útil como los pertrechos de guerra y solía decir que la imprenta era la artillería del pensamiento. 

Bolívar y Ho Chi Minh,  sin duda,  fueron dos  revolucionarios ejemplares. Recorrieron miles de kilómetros en  sus procesos revolucionarios, escribieron miles de páginas en la difusión de sus pensamientos políticos, hasta lograr sus objetivos: liberar  a  sus naciones de  los yugos opresores  coloniales. Ambos merecen  respeto y  admiración  de  sus pueblos. Ellos encarnan la esencia de un humanismo transformador, cuya razón de ser se fundamenta en los valores que conjugan los derechos humanos universales.    

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