(VOVWORLD) - Los variados grupos de la etnia Dao en la provincia de Dien Bien, en el norte de Vietnam, con sus más de seis mil habitantes, gozan de un gran acervo cultural. Quien conozca la comunidad Dao Rojo en la aldea de Huoi Sau, de la comuna de Pa Tan, distrito de Nam Po, no puede menos que sentirse impresionado por sus particulares fiestas y rituales, entre ellos el de caminar sobre el fuego.
Las 95 familias y más de 430 personas asentadas en el poblado de Huoi Sau muestran el apego a sus raíces mediante el rito de caminar sobre las brasas, que se realiza en una fecha considerada auspiciosa por los autóctonos.
Ofrendas del ritual del fuego de los Dao Rojo.
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Antes, la insólita celebración solo se efectuaba delante de la casa del líder del linaje, pero con el tiempo se convirtió en una importante actividad comunitaria para la cual se escoge un vasto lugar en el centro de la aldea a fin de que todos puedan participar.
El patriarca Chao Sieng Ta, jefe de la aldea de Huoi Sau, dio a conocer: “Realizamos este ritual para invocar la protección y la bendición de nuestros antepasados y las deidades. Les pedimos darnos abundantes cosechas y librarnos de todos los males”.
Los hombres del poblado son los que se encargan de preparar las ofrendas de la ceremonia del fuego. Son indispensables una cabeza de cerdo, un incensario, un vaso de agua potable, aguardiente y cinco tazas, papeles votivos que simbolizan dinero, una rama de bambú, dos monedas de plata y un puñado de arroz envuelto en una pieza de tela… En cuanto a las mujeres, solo necesitan lucir los atuendos más bonitos.
El chamán de la aldea dirige la ceremonia.
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A la hora indicada, la bandeja de ofrendas es colocada en el altar, delante del cual un hechicero de la aldea, en traje tradicional, comienza a rezar en medio de los sonidos de los gongs y batintines. Las melodías de estos instrumentos son consideradas como un puente de enlace entre el mundo humano y el de los genios y los espíritus.
Pero primero que todo se prepara una gran fogata, y cuando termina la parte ceremonial un manto de brasas ardientes está listo para la caminata.
Los interesados en realizarla solo pueden hacerlo después que el chamán les transmite la señal de aprobación del Dios del Fuego.
Estos parecen entrar en trance cuando caminan e incluso saltan con los pies desnudos sobre las brasas ardientes. Nadie da muestras de dolor, sino que, por el contrario, sus rostros expresan mucha fe y alegría. Consideran el acto como una manera para alcanzar el otro mundo. Así siguen hasta que las brasas dejan de ser ardientes y los pies desnudos quedan negros.
Chao San Phin, uno de los caminantes, dijo: “Todo parece como si los ángeles guardianes entraran en nuestros cuerpos, o como si estuviéramos en un sueño o padeciéramos de sonambulismo. Nos estremecemos y empezamos a caminar y saltar sobre las brasas sin miedo. Luego, nos sentimos más fuertes y con una mente totalmente lúcida”.
Los seleccionados para este acto deben cumplir ciertas condiciones. Al respecto, Chao Kiem Phin, dijo: “Solo ocho personas pueden caminar sobre el fuego, y son asistidas por los hechiceros durante todo el acto. Deben encontrarse en óptimo estado de salud, y se les prohíbe comer carne de perro y estar con las mujeres días antes del ritual”.
Todos los aldeanos participan en el ritual, pero solo ocho hombres son seleccionados para caminar sobre las brasas.
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Tras la caminata sobre el lecho de brasas, se interpretan bailes que exaltan la fuerza, el espíritu marcial, la laboriosidad y las actividades productivas de los Dao Rojo.
Por último, el celebrante del ritual quema los billetes simbólicos con la esperanza de que a las deidades y los antepasados no les falten nada en el viaje de regreso al mundo de los inmortales y que sigan protegiendo a los aldeanos.