El baile con tambores de la etnia Giay en Ha Giang

(VOVWORLD) - El distrito de Meo Vac, en la provincia septentrional de Ha Giang cobija a varias etnias, de ellas, la comunidad Giay se encuentra principalmente en la aldea de Tat Nga, de la comuna homónima. Su tradicional baile con tambores, llamado también “long trong” refleja el rico acervo folclórico y la original identidad cultural de esta etnia.
El baile con tambores de la etnia Giay en Ha Giang - ảnh 1El baile "long trong" de la etnia Giay. (Foto: toquoc.vn) 

En la aldea de Tat Nga hay dos santuarios llamados Mieu Ong y Mieu Ba, construidos hace mucho tiempo. A estos templos, donde se cuelgan dos tambores de gran tamaño, los Giay acuden para ofrendar inciensos en homenaje a los genios protectores de la comunidad y pedirles bendiciones, además de participar en las fiestas aldeanas celebradas en el lugar. Un residente, Vi Dau Min, dijo: “Estos templos fueron erigidos hace mucho tiempo. Según contaron mis abuelos, en cada uno mora una deidad. En Mieu Ong está el santo patrón que se encarga de velar por la salud y la felicidad del pueblo, mientras en Mieu Ba se encuentra la santa que asume la gestión de la tierra y el tiempo para garantizar buenas cosechas”.

Cada 1 de enero lunar, los grandes tambores colgados en dichos santuarios son bajados al servicio del culto a esos genios y los antepasados de los Giay. La gente baila al compás del ritmo de los repiqueteos.

Este baile es una actividad cultural preservada y transmitida de generación en generación en esta etnia. Lo particular de esta danza reside en los movimientos armónicos de los hombres y las mujeres. Estas últimas, en bellos trajes tradicionales, bailan alrededor de los tambores haciendo un círculo y luego, forman parejas con sus copartícipes. Hacen movimientos encantadores según los ritmos de los tambores, unos suaves y otros más agitados.

El baile con tambores de la etnia Giay en Ha Giang - ảnh 2Los hombres y las mujeres tocan el gran tambor mientras bailan. (Foto: toquoc.vn) 

Mientras bailan, los hombres tocan los parches y las mujeres, la tensión de la caja, con movimientos simples pero joviales, que transmiten un ambiente alegre y reproducen faenas en el campo y otras actividades laborales. Los bailarines usan accesorios como el sombrero tradicional, haciendo más atractiva la danza. Vi Dau Min explicó: “La mañana del 1 de enero lunar da inicio a todo un año por lo que queremos organizar la sesión de baile de la mejor manera posible. La primera parte es para despedir el calendario viejo y saludar uno nuevo, la segunda sirve para pedir abundantes cosechas y la tercera activa la procesión de los tambores”.

En general, el baile comienza con una solemne ceremonia dirigida por un hechicero para pedir a los genios y los antepasados dejar usar los tambores y proteger a los aldeanos. Luego de la plegaria viene el baile, y la jornada suele cerrar con la procesión de los instrumentos. La gente que lleva los tambores pasa por todas las casas, cuyos dueños le ofrecen comidas elaboradas de arroz, pato y pollo… antes de volver a colgar los instrumentos en sus lugares. Creen que de este modo la suerte no abandona ninguna casa.

Según la creencia ancestral del grupo étnico Giay en la aldea de Tat Nga, aunque el cielo está lejos puede escuchar las peticiones de los humanos mediante los sonidos de tambores y entonces recibirán la bendición celestial con buen tiempo y abundantes cosechas. Para los autóctonos el baile con ese instrumento lleva un gran significado espiritual, pero al mismo tiempo les da oportunidad de demostrar su agilidad y creatividad a través de cada gesto y movimiento que hacen. Hoy día, los organizan no solo para saludar el advenimiento del nuevo año, sino además para dar a conocer a los visitantes parte de su identidad cultural.

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