Daniel Ho Chi Minh (c.), junto con unos compañeros. (Foto: Cortesía de Daniel Ho Chi Minh)
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Daniel Ho Chi Minh Romero Ramírez cumplió 20 años el pasado 20 de diciembre. Sus padres son ambos venezolanos. Cuando nació, tuvo que librar una batalla durante 23 días en una incubadora del famoso Hospital de Niños de San Bernardino, ubicado al norte de Caracas. En ese momento, lo llamaban “Rebelde”, porque logró superar esa situación crítica derivada de una dolencia para quedarse en este mundo.
A ese niño luego le pusieron oficialmente Daniel Ho Chi Minh Romero Ramírez. Su padre, un militante de la causa revolucionaria, combinó su primer nombre, Daniel, con el del gran líder del pueblo vietnamita, Ho Chi Minh. Para él, nadie era tan valiente y tenía un espíritu de lucha tan indomable como el Presidente Ho Chi Minh, quien dirigió al ejército y al pueblo vietnamitas para vencer a los invasores franceses, japoneses y estadounidenses.
Cuando le colocó ese nombre a su hijo, probablemente el revolucionario bolivariano quería que su hijo fuera fuerte y especial. Pero, lo que no esperaba era que cuando Daniel Ho Chi Minh estaba en el colegio, la kilométrica identificación personal le causó ciertos problemas.
“Fue con mi etapa de Básica y Bachillerato, que me hacía un bullying. No un bullying malo, sino que se reían de mi nombre, porque no sabían de dónde era. Además, se escribió de una manera y se pronunció de otra. Por el mismo dilema que tenía en la Básica, me quería poner Alejandro. No sé por qué me quería poner Alejandro, pero sí me quería poner Daniel Alejandro”, dijo.
Este caraqueño de piel morena, sonriente y de un metro y 90 de talla, residente en la parroquia El Valle, una zona popular del suroeste de Caracas, trabaja actualmente en Radio Oyeven FM 106.9 en la capital de Venezuela. Le gusta su trabajo, pero jugar béisbol siempre ha sido su mayor pasión. A los siete años se inició como beisbolista en una escuela de ese popular deporte venezolano, pero no pudo continuar con la carrera deportiva profesional como deseaba, debido a problemas de salud relacionados con dolencias que lo habían aquejado durante su nacimiento. Cuando jugaba en el club de béisbol local como pitcher de categoría menor, el nombre Ho Chi Minh figuró en el espaldar de su uniforme beisbolero. Y hasta ahora, muchos jóvenes del barrio todavía lo recuerdan con ese apodo. Nunca más piensa en renunciar al nombre del Rebelde vietnamita.
“Sinceramente representa más que un nombre. Yo no sabía, ni me esperaba que ese nombre fuera tan importante internacionalmente y a nivel de un país. Para muchas personas es sorprendente que un venezolano cargue un nombre de Vietnam y al principio lo ven como un bochinche, como un chalequeo, o sea algo para agarrar de risa. Pero, yo me he sentido identificado con ese nombre y hasta le veo el lado deportivo. Mi familia no me llama por mi primer nombre que es Daniel, sino me llaman por Ho Chi Minh. Pero, ya ahorita grande yo les digo que no me llamen Ho Chi Minh por el Minh, porque el Minh me hace sentir como un chamo, como un niño, pues entonces yo creo que me digan Ho Chi, suena como más decente, más serio. Ya no sigo con el deseo de cambiarme de nombre. Sinceramente para mí, es un honor llevar ese nombre, ya que es un hombre de historia. Y gracias a eso hoy en día, soy quien soy”.
La niña Hanoi Colina Bastidas y su abuelo, en una actividad de la Embajada de Vietnam en Venezuela. (Foto: Cortesía de Ángel Bastidas) |
“Hola. Me llamo Hanoi. Tengo 7 años. Me gusta mi nombre, Hanoi, porque es el nombre del lugar donde nací. También porque Hanoi aparece en camisas y muchos recuerdos. Ahora voy a cantar una canción que sé cantar desde que era un bebé. Như có Bác Hồ trong ngày vui đại thắng….”.
Con una voz diáfana, la pequeña venezolana Hanoi Colina Bastidas entona una parte de la famosa canción “Como si estuviera el tío Ho en el Día de la Gran victoria” del músico Pham Tuyen. Ella nació en el Hospital Viet-Phap, en Hanoi, en febrero de 2017. Es la segunda hija de Maikki Bastidas Estupiñán, quien vivió en esta ciudad durante 6 años y estuvo un tiempo colaborando con la Voz de Vietnam. Durante seis cortos años de vivir con su familia en un apartamento en el barrio de Xuan La, distrito capitalino de Tay Ho, su amor por Hanói creció cada día, hasta el punto que Maikki decidió quedar embarazada y dar a luz a su segunda hija aquí.
Maikki contó: “Le puse a mi segunda hija Hanoi, no solo por el hecho de haber nacido en Hanoi, sino porque yo quería que ella tuviera un nombre que tuviese un significado. De hecho, mi nombre es un nombre poco común aquí en Venezuela. Es una palabra que proviene de un grupo étnico venezolano y esta palabra, Maikki, significa “Granito de Maíz”. Bueno, y como en Vietnam existen 54 grupos étnicos, yo dije, wow, sería interesante colocar un nombre étnico con un significado bonito y diferente a mi segunda hija, que nacería en Vietnam. Yo quería que su nombre recogiera toda esa riqueza cultural que tiene Vietnam. Después de buscar un poco, bueno, me decidí por Hanoi, porque es una palabra preciosa que yo conocía desde que era adolescente, porque yo desde adolescente siempre, gracias a mi papá, que me enseñó a ver más allá de lo que ocurría en Venezuela. Y yo decía, oye, Hanoi es una palabra preciosa. La capital vietnamita será tan bonita como su nombre, me preguntaba yo, cuando era jovencita. Cuando nos mudamos ahí, me quedé enamorada de esa ciudad que después de haber sido bombardeada brutalmente, tuvo la valentía de resistir, vencer y convertirse en una mágica ciudad de paz. Hanoi superó todas mis expectativas. Una ciudad de contrastes positivos, de contrastes que tienen que ver con cómo se combina lo moderno, con lo tradicional. Y yo dije, bueno, mi hija va a nacer en un país totalmente distinto, con una cultura diferente a la venezolana. O sea, va a ser una niña que ya va a venir llena de contrastes, una niña latina naciendo en un país asiático, que además es un país asiático distinto al resto de Asia, que es Vietnam”.
Además, agregó Maikki, “la palabra Hanoi significa gente de agua o gente entre ríos. Y aquí en Venezuela, casualmente, tenemos un grupo étnico que se llama Guarau y esa palabra significa habitantes de agua. De verdad, es el nombre perfecto”.
Los venezolanos están abiertos a nombres de origen extranjero. No es difícil encontrar nombres de origen anglosajón, como Yaquelin, Lisnayder Neybel, Yessica Leidi, o similares a topónimos de países lejanos de Asia o África, como Kenia, Nairobi. Al referirse a esta tendencia, el periodista y diplomático Ángel Bastidas, abuelo de Hanoi Colina Bastidas, explicó lo siguiente: “Esa es una práctica en Venezuela, que es un país que ya tenemos 25 años en un proceso de gobierno revolucionario con orientación socialista. Pues no somos socialistas, pero estamos en un proceso hacia el socialismo. En el caso de Venezuela, hay muchas personas con nombres de héroes revolucionarios, pero no solamente de héroes revolucionarios, sino también existe admiración por deportistas y artistas. En Venezuela, en Cuba, en Nicaragua, que son países revolucionarios, progresistas, les rinden honor a los héroes a través de los hijos. Por ejemplo, aquí en Venezuela hay un boxeador retirado, fue un boxeador muy importante. El padre le puse Engels Pedroza, Engels en homenaje a Engels, que fue camarada de Carlos Marx, uno de los autores de la teoría del socialismo. Entonces, ese boxeador se llama Engels Pedroza. Pero además, él tiene un hermano que se llama Mao, en homenaje a Mao Zetung, de China. Otro caso, el de un amigo mío, un camarógrafo de televisión, que se llama Rodolfo Torres, que le puso a su hija un nombre muy bonito, que se llama Che Lenin, Che por el Che Guevara y Lenin, por el gran héroe ruso. Muchos padres colocaron el nombre ruso a sus hijos, sobre todo a las niñas, pues nombres de heroínas rusas, como Tamara, como Natasha, como Liuba... Y otras personas han colocado nombres con referencia vietnamita, sobre todo a las hembras, como el nombre de Hanoi, que es relativamente muy conocido aquí, en Venezuela. Pero hay la curiosidad de que no lo escriben exactamente igual, le escriben como suena, pues puede ser Hanoi con Jota”.
Ángel Bastidas también contó sobre otro caso curioso, el de un ex dirigente de los jóvenes comunistas, hace años, en el año 1964, que le puso a su hijo el nombre de Nguyen Van Troi, en reconocimiento al heroísmo de aquel joven guerrillero que fue fusilado por órdenes del Pentágono. Combinó el Nguyen Van Troi con el apellido del padre, para colocarle el nombre de Nguyen Van Troy Purroy, quien se convirtió luego en un conocido cantante de salsa, una música muy popular en toda Latinoamérica. Entonces, él asumió el nombre artístico de Troy Purroy utilizando una parte de su nombre vietnamita.
“Cada día hay nombres más raros, pero en el caso de las familias, digamos, de revolucionarios, es muy normal encontrar nombres así de héroes revolucionarios”, dijo el exdiplomático.
Detrás de cada nombre para un niño o una niña, hay una bella historia, o una hermosa aspiración. Sea cual sea su motivo, al poner nombres vietnamitas a sus hijos y nietos, los abuelos y padres venezolanos han estado transmitiendo a la siguiente generación el amor por el país y la gente de Vietnam, lo que ha contribuido a acercar a los dos pueblos.