(VOVWORLD) - La aldea de Ha Mo, en la homónima comuna del distrito de Dan Phuong, se asienta a unos 20 kilómetros del centro de la capital, Hanói, en una antigua tierra abonada todo el año por recursos aluviales de tres grandes ríos, Nhue, Rojo y Hat. Es un destino interesante gracias a su riqueza histórica y cultural. Pese a estar en el proceso de urbanización, conserva su imponencia y huellas culturales que han perdurado con el paso del tiempo.
La antigua tierra de Ha Mo sirvió como capital de Van Xuan (entonces nombre del país) en el siglo VI, hace más de 1.400 años, durante el reinado de Ly Nam De posterior. El recorrido de aquel pasado al presente puede templarse en varias obras arquitectónicas, históricas y culturales conservadas en la localidad. En especial, la casa comunitaria de Van Xuan, el templo de Van Hien y la pagoda de Hai Giac fueron reconocidas como Reliquia Histórica Nacional a inicios de la década 1990.
La casa comunitaria de Van Xuan se halla en el corazón de la aldea, orientada hacia el Oeste. Marca el punto de simetría entre los templos de Hang Van y Hang Vo, distribuidos en los polos Norte y Sur de la localidad. Al hablar del recinto, el maestro jubilado e investigador cultural Nguyen Toa, oriundo de la comuna de Ha Mo, informó: “La casa comunitaria de la aldea se dedica a la veneración del príncipe Ly Van Lang, hijo del rey Hau Ly Nam De. Sus méritos contribuyeron a la causa de unificación nacional en el siglo VI, cuando existía el país bajo el nombre Van Xuan. Junto a él, en el sitio se rinde honor a otros miembros de su familia”.
La aldea de Ha Mo, ubicada junto a tres ríos (Nhue, Rojo y Hat), es un destino interesante con una rica historia y cultura tradicional. |
La espaciosa finca que alberga la casa comunitaria de Van Xuan se destaca por su forma similar a una tortuga jugando con una pieza de jade. Su planificación, combinada con el diseño singular del lugar de culto, se considera un apreciable suplemento al acervo arquitectónico de las casas comunitarias vietnamitas.
La pagoda de Hai Giac, segunda de las mencionadas obras emblemáticas de Ha Mo, data del siglo VI. De afuera hacia adentro, según el eje Este-Oeste se disponen una entrada de tres pasillos, un patio de ladrillos a cuyos lados hay una casa de culto a los fundadores de la pagoda y otra a las Diosas Madres en las creencias folclóricas y, en lo más profundo del recinto, el pabellón principal.
Luego de varias reparaciones, la pagoda mantiene su antigüedad y solemnidad. Entre sus más de 200 estatuas de diferentes tamaños, hay 50 de bulto redondo con altos valores artísticos.
“A finales del siglo XIX vivía el venerable Thanh Trang, que se consagraba a la vida religiosa y a servir al pueblo. Construimos una estupa dedicada a él”, compartió la monja Thich Dam Chinh, abadesa de la pagoda de Hai Giac.
El templo de Van Hien es otra Reliquia Histórica Nacional de Ha Mo clasificada en los años 1990. En esa construcción, ubicada en un terreno elevado a la entrada de la aldea, se conserva aún una ingente cantidad de objetos como pareados, altares, estelas y estatuas de madera. Se trata de un tesoro sobre el afán de aprendizaje de los aldeanos.
Junto con tales obras arquitectónicas y demás patrimonios materiales, Ha Mo guarda unas valiosas tradiciones culturales. En su festival programado para cada enero lunar, los pobladores recrean numerosos juegos folclóricos como suelta de palomas, riña de gallos y ajedrez humano. Esas actividades sirven no sólo para fines de diversión, sino también para nutrir a la gente una vida mental rica y sana.
El investigador cultural Nguyen Toa. |
La comida también es una atracción de Ha Mo. Aprovechando su variedad de productos agrícolas como el arroz, los aldeanos se las ingenian para elaborar pasteles, tofu, harina de yuca y, más especialmente, el “chao se” (gacha de fideos). Para preparar esta delicia, en vez de revolver arroz molido en el caldo hasta lograr la consistencia esperada, se hace la masa y con esta se moldean fideos finos de arroz antes de echarlos al caldo hirviente. El plato final se disfruta con palillos.
“Seleccionamos y remojamos arroz. Estofamos huesos de cerdo. Tamizamos harina de arroz, hacemos la masa y empezamos a moldearla. Hay que mantener el ritmo de trabajo mientras se presta atención a la cocción para que los fideos no se quemen. Solemos preparar este manjar para los días festivos o reuniones con amigos”.
“Nuestra aldea ofrece el ‘chao se’, un plato muy especial. Esperamos que los visitantes de todas las partes vengan a degustarlo”.
Su aprecio por la receta tradicional “chao se” no solo ayuda a los pobladores en Ha Mo a tener una fuente estable de ingresos, sino también a preservar una peculiaridad de la gastronomía tradicional de la nación. Esto, junto con su riqueza histórica, arquitectónica y cultural, hace de la antigua aldea ribereña una digna parada de los transeúntes.