(VOVWORLD) - Observadores del mundo siguen de cerca las recientes acciones ilegales de China en el Mar del Este. Estos actos violatorios no solo preocupan a la comunidad internacional, sino que también minan su confianza en el gigante asiático.
El arrecife Chu Thap o Fiery Cross Reef perteneciente a la soberanía marítima vietnamita en el Mar Oriental es renovada ilegalmente por China (Foto: CSIS/AMTI) |
En los últimos días, la opinión pública nacional e internacional ha condenado enérgicamente las acciones unilaterales por parte de China de nombrar a decenas de estructuras en el Mar Oriental y establecer los distritos de Xisha y Nansha pertenecientes a la ciudad de Sansha, para administrar los archipiélagos vietnamitas de Hoang Sa (Paracel) y Truong Sa (Spratly) en esta zona. Según expertos y analistas, estas medidas demuestran la ambición hegemónica de Beijing, desafían el derecho internacional y amenazan la seguridad, la paz y la estabilidad en la región, además de empujarle a una posición aislada en el mundo.
Vino nuevo en odres viejos
En realidad, la estrategia “Four Sha” (o Sisha) de China es una nueva táctica para reemplazar el mapa llamado “Línea de nueve tramos”, inventado por Beijing para promover su agresivo reclamo de poseer la mayor parte del Mar Oriental, el cual fue rechazado por la Corte Permanente de Arbitraje en 2016. Con ella, China declaró impúdicamente que posee soberanía indiscutible sobre las islas Pratas (o Dongsha, en chino) y los archipiélagos vietnamitas Paracel y Spratly (llamados como Xisha y Nansha, en chino), y también el banco Macclesfield (o Zhongsha). Con la creación de dos nuevos distritos que es Xisha y Nansha en el territorio marítimo vietnamita, el gigante asiático manifiesta gradualmente su estratagema absurda para reforzar el reclamo territorial de su llamada ciudad de Sansha.
Según un fallo de la Corte Permanente de Arbitraje relativo a la demanda de Filipinas contra China en 2016, ninguna estructura en Sansha se considera una isla. Del mismo modo, las de Zhongsha solo pueden considerarse arrecifes. Para China, una nación con una gran plataforma continental, reclamar la soberanía sobre la zona económica exclusiva y la plataforma continental de otro país, así como trazar por cuenta propia la línea de base alrededor de las estructuras en Sansha, son acciones poco convincentes. De hecho, estos intentos tienen vacíos jurídicos, por lo que no ayudará a Beijing a consolidar sus reclamos ilegítimos en el Mar Oriental.
Se aísla y causa desestabilización en el área
Mientras que las otras naciones y la comunidad internacional están haciendo todo lo posible para combatir la pandemia de Covid-19, Beijing aprovechó la ocasión para consolidar su control sobre las estructuras y áreas marítimas que están en disputa con otros países en el Mar Oriental. Sus actos, sin duda, desestabilizan la región y ralentizan el progreso de las negociaciones sobre un vinculante Código de Conducta al respecto (COC), además de empeorar la imagen y el prestigio de una de las grandes potencias mundiales en los ojos de la comunidad internacional.
Según investigadores y académicos extranjeros, la reciente intensificación de los esfuerzos de China para crear nuevas entidades administrativas en esas aguas evidencia su irrespeto al derecho internacional, su comportamiento coercitivo y sus tácticas de intimidación frente a los países vecinos en la región.
Destacaron que las medidas que aplica Beijing socavan su prestigio y posición como un gran país, así como deterioran la confianza y el punto de vista de los gobiernos hacia el mismo.
Como uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, el gigante asiático debe tomar las medidas apropiadas y de manera responsable para contribuir a la solución de los problemas en el Mar Oriental basado en el derecho internacional, en contribución a garantizar la paz y la estabilidad en la región de Asia-Pacífico. Desafortunadamente, Beijing ha ido en contra de estas expectativas y la opinión pública internacional todavía está esperando una buena voluntad para ello.