(VOVWORLD) - El 15 de marzo de 2021 se cumplió el décimo año de la cruenta guerra civil en Siria, uno de los países más afectados por el movimiento “Primavera Árabe” que se inició en Túnez el mes de enero de 2011. Después de una década, Siria sigue “hundida” en una profunda conmoción y división social. El proceso de restauración de la paz y de reconstrucción de este país todavía enfrenta muchos desafíos.
Una década de guerra civil deja desolada a Siria. (Foto: Reuters) |
Después de una década, la guerra civil siria se ha convertido en una de las peores crisis del mundo en el siglo XXI. Hasta ahora, el conflicto en esa nación de Oriente Medio se ha cobrado la vida de entre 400.000 y 500.000 personas, más de la mitad de la población se ha visto desplazada de sus hogares y unas 200.000 personas están desaparecidas. Sin embargo, tomando como base la situación real, las cifras mencionadas no son la síntesis final de los daños en ese prolongado conflicto.
Un complicado escenario
En declaraciones con motivo del décimo aniversario del estallido de la guerra civil siria, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, enfatizó que la situación en ese territorio es “una terrible pesadilla”. Desde el comienzo de los conflictos, aproximadamente la mitad de los niños sirios no han vivido un solo día sin guerra y alrededor del 60% de los civiles corren el riesgo de morir de inanición en 2021. Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha señalado que ese país afronta tres crisis al mismo tiempo: la violencia, la recesión económica y la pandemia del covid-19. Dos de cada tres familias sirias no pueden satisfacer sus necesidades básicas vitales.
Por su parte, a lo largo de años y con ayudas externas, el ejército sirio ha tomado la mayor parte del territorio ocupado por los rebeldes. Sin embargo, casi toda la infraestructura en Siria ha sido destruida o dañada gravemente, lo que requiere de grandes fuentes de financiación por valor de miles de millones de dólares para la recuperación nacional. Entretanto, la división social entre las distintas facciones continúa, hecho que imposibilita alcanzar una reconciliación.
Siria todavía registra en su territorio la presencia de fuerzas internacionales bajo diferentes nombres, junto a decenas de grupos armados autoproclamados, incluidos algunos extremistas y terroristas. Las fuerzas internacionales operan casi por separado e independientemente unas de otras, sirviendo a las diferentes intenciones e intereses, no exclusivamente al servicio del restablecimiento de la paz y la estabilidad en Siria. Este hecho hace que la unión de esfuerzos mundiales para poner fin a la guerra y reconstruir Siria aún resulte difícil.
El autoproclamado Estado Islámico provocó caos en Siria e Irak a lo largo de años. (Foto: Politico) |
La luz al final del túnel sigue estando lejos
Según analistas, el mayor obstáculo para el proceso de restauración de la paz en Siria no es la división interna, sino las diferencias entre países influyentes en el conflicto y las potencias internacionales, ya que tanto la fortaleza y el poder del Gobierno sirio como de la oposición resultan limitados. Ambos dependen y sufren de los impactos externos.
En tal escenario, las dos grandes potencias con mayor influencia en esta región, Rusia y Estados Unidos, aún no han encontrado una voz común. Hasta ahora, la intervención rusa en la crisis siria resulta evidente, ayudando a la administración del presidente Bashar al-Assad a luchar contra los rebeldes y terroristas, y a restablecer la estabilidad en el país. Al contrario, el enfoque estadounidense radica en la oposición al gobierno de al-Assad y en el apoyo a algunas fuerzas insurgentes. Además, algunos estados influyentes de la región, como Irán y Turquía, continúan con su injerencia en la guerra civil a través de diferentes cálculos y aún sin compartir ningún punto común.
Las diferencias en el enfoque sobre el tema sirio continúan obstaculizando la recuperación de la paz y la estabilidad en Siria, aunque se hayan llevado a cabo rondas de negociaciones bajo el patrocinio internacional. Entre estos eventos, el proceso negociador de Astaná auspiciado por Rusia, Irán y Turquía en 2017 contribuyó a reducir significativamente la violencia. Sin embargo, este no llegó a resolver el quid de la cuestión, por la ausencia de Estados Unidos y también por las diferencias existentes entre las partes participantes.
Con todo, todavía resultan vagas las previsiones para un pronto término de la guerra civil y poder restaurar la paz en las vidas de la inocente población civil en ese territorio de Oriente Medio.