Sudán del Sur: a un año de la independencia

(VOVworld) - Sudán del Sur celebró este 9 de julio el primer aniversario de su independencia. Sin embargo el Estado más joven del mundo en África Occidental encara grandes dificultades tanto en lo político como en lo económico. 

El 9 de julio de 2011, Sudán del Sur proclamó su independencia, poniendo fin a la guerra civil prolongada  de cerca de medio siglo en la que murieron unos dos millones de personas. Sin embargo, después de separarse de la República de Sudán, Sudán del Sur enfrenta múltiples dificultades y desafíos. Los conflictos en las zonas fronterizas y las disputas por intereses económicos entre los dos países siguen siendo problemas peliagudos sin visos de solución, lo cual pone a ambos Estados al borde de una nueva guerra.

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Sudán del Sur celebró el primer aniversario de su independencia
en medio de los conflictos con Sudán y penurias económicas
 

Buena parte de los conflictos y asuntos sin resolverse están ligados al petróleo. Según cálculos, la reserva de petróleo de Sudán representa 6,7 mil millones de barriles por año, lo que la ubica en el tercer lugar en todo el continente en cantidad de crudos. Sudán del Sur heredó tres cuartas partes de las reservas de Sudán cuando se separó, sin embargo, su vecino del norte controla los oleoductos e instalaciones de procesamiento, junto con el puerto al Mar Rojo que Yuba necesita para que su petróleo llegue al mercado. Según el Acuerdo de Paz que puso término a la Guerra civil entre ambas regiones, firmado en 2005, los beneficios derivados del petróleo se dividirían a partes iguales. No obstante, desde su independencia, Sudán del Sur prefirió sustituir esta distribución por los pagos de transportación mediante el uso de la infraestructura en Sudán. Desde la firma del Acuerdo de Paz hasta la fecha, las dos partes han negociado en repetidas ocasiones este tema sin llegar a ningún resultado concreto.

Antes de proclamar su independencia, los sureños se beneficiaban del 70% de la reserva petrolera nacional, mientras el resto pertenecía a los norteños. Sin embargo, después de la división, Jartum pidió a Yuba a pagar 36 dólares estadounidenses por cada barril transitado a través de su territorio, mientras Sudán del Sur insistió en que solo puede gastar un dólar por barril. A fines de enero pasado, Sudán del Sur suspendió su producción petrolera, tras acusar a Sudán de “robar” su combustible en una cuantía por valor de 815 millones de dólares. Mientras tanto, Jartum argumentó que había confiscado petróleo sureño para cobrar deudas pendientes.

Estas discrepancias perjudican la economía de ambos países, en especial Sudán del Sur. Con el cese de la producción petrolera, se privó a sí mismo del 98% de sus ganancias. Estas pérdidas, sumadas a una desencadenada corrupción, azotan fuertemente la economía de Sudán del Sur, con una inflación superior al 19%, el estancamiento de la producción agrícola y un alza del precio de alimentos hasta el 120%. A consecuencia de esto, la mitad de la población nacional vive con un nivel por debajo del límite de la pobreza y en un país donde el 90 por ciento de la población es analfabeta. Aunque fue considerado en el pasado una cuna de la producción agropecuaria en África Occidental y con potencial para el crecimiento, recientemente, la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación advirtió sobre señales amenazantes de hambruna en esta nación en un futuro cercano.

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Muchos habitantes de Sudán del Sur enfrentan la incertidumbre de su futuro
 en campamentos, sin suficientes condiciones sanitarios, alimentos y agua 

 

Además de los desacuerdos relacionados con el reparto de las ganancias petroleras, la demarcación fronteriza entre Sudán y Sudán del Sur también constituye un tema espinoso. La posición estratégica de la provincia de Abyei, situada en el valle de Muglad Basin con abundantes fuentes energéticas hace que las dos partes no puedan hacer dejación fácilmente de sus intereses. Pequeños enfrentamientos en las zonas fronterizas y ataques armados han frustrado los esfuerzos por restablecer la paz. En el último año, los planes de activar diálogos bilaterales y los esfuerzos de la comunidad internacional para aplacar las tensiones entre Sudán del Sur y su vecino del Norte resultaron en vano. Los contínuos conflictos ensombrecen las expectativas de construir la paz y encontrar asideros para negociar las contradiciones bilaterales. Esta situación ha empujado a Sudán del Sur a una grave crisis humanitaria. Decenas de miles de personas se ven obligadas a vivir en la miseria, y a abandonar sus casas. Se está produciendo un gran éxodo de sudaneses desde la frontera del norte. Según datos del organismo de socorro de la ONU, se encuentran actualmente en Sudán del Sur al menos 150 mil refugiados procedentes de Sudán.

Hace un año, los sureños estallaron en júbilo por la independencia nacional, tras largos  tiempos de guerra y penurias que les parecieron un pasado lejano. Sin embargo, este país está en camino de caer otra vez en la guerra y en una explícita crisis de alimentos y agua, derivada de la frustración política, no de la escasez de recursos naturales. Sus habitantes deben luchar para sobrevivir, mientras se enfrentan diariamente al hambre, las enfermedades y la violencia. La opinión publica internacional abriga expectativas en los resultados del diálogo entre Yuba y Jartum, previsto para el próximo 2 de agosto, fecha tope fijada por la Unión Africana para ver si las dos partes encuentran una voz común para reconciliarse. No se sabe cuanto deben esperar los habitantes de Sudán del Sur para que se haga realidad su esperanza de disfrutar de un país próspero, donde pueden vivir en bienestar y felices, y sus hijos pueden ir a la escuela tras 5 prolongadas décadas de conflictos internos.

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