Foto de ilustración

El avance vertiginoso y complicado de la neumonía aguda causada por el virus SARS-CoV-2 en todo el planeta urge la creación de una vacuna contra ese patógeno letal, a fin de impedir su propagación y sus consecuencias mortales.

Empeños en desarrollar una vacuna

En los últimos tiempos, varios países han anunciado numerosas investigaciones y la creación de plataformas importantes en el desarrollo de una vacuna específica, tal como la reproducción del nuevo coronavirus en laboratorios, la decodificación de su genoma y el estudio a fondo de su estructura molecular.

El pasado 2 de abril, la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Mancomunidad de Australia informó sobre el inicio de la primera etapa de pruebas en hurones en un laboratorio ubicado en la ciudad de Geelong, del estado de Victoria, para dos candidatas a vacuna contra el coronavirus. Evidentemente, estos test tienen un importante significado y son una premisa para posteriores ensayos en humanos.

Mientras, la compañía farmacéutica japonesa AnGes Inc anunció su asociación con la Universidad de Osaka para desarrollar una vacuna contra el coronavirus, y que ambas solicitaron la licencia para su invención mientras realizan pruebas en animales.

A su vez, la sociedad de tabaco British American Tobacco comunicó que su instalación de investigación científica en Estados Unidos está desarrollando un tipo de vacuna potencial que emplea proteínas extraídas de hojas de la planta de tabaco y que actualmente se encuentra en la fase de pruebas preclínicas. La entidad prevé que desde el próximo mes de junio pueda producir de uno a tres millones de dosis cada semana si recibe el apoyo de los organismos estatales y productores especializados.

Es urgente la cooperación global

Según expertos en salud pública, normalmente se requiere de 6 a 36 meses para producir una vacuna tras las pruebas en animales y luego, en personas. Con un virus tan complicado como el SARS-CoV-2, el proceso puede durar más. Sin embargo, en el contexto del inquietante incremento de fallecimientos por el Covid-19 en el mundo, que este viernes se aproximaron a 96 mil casos, también aumentan las presiones sobre el círculo científico de los países para encontrar lo antes posible un remedio contra el nuevo coronavirus.

Se observa un avance alentador en la búsqueda de esa herramienta preventiva específica. No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la carrera en la materia sin un sentido de cooperación entre los países conduciría a la creación de vacunas inseguras y carentes de tiempos de verificación, lo que se traduciría en tremendos peligros para la salud humana. Supondría un mayor brote de la epidemia o complicaciones, y especialmente el debilitamiento del sistema inmune. Además, una vez que la vacuna sea comprobada como una segura y efectiva, sería necesario invertir en infraestructuras para su distribución global de modo que sea equitativa y en beneficio de todos los pueblos. Para eso, es muy importante que las naciones hagan compromisos políticos serios.

En la actualidad, numerosas organizaciones multilaterales patrocinadas por gobiernos, grandes empresas farmacéuticas y personas benefactoras están dispuestas a verter cientos de millones de dólares en el desarrollo de la referida vacuna, en el contexto de que la pandemia sigue expandiéndose en el mundo y dejando consecuencias incalculables para la humanidad. Así pues, no habrá otro remedio que movilizar un esfuerzo conjunto global en lugar de competir por ganarse el monopolio en cada país.