Tong Bich Thuy, fundadora del grupo “Ruta para reducir residuos”, clasificando papel. (Foto: Cortesía de Bich Thuy)

“Los papeles gruesos sin laminado plástico los enviamos a los círculos infantiles para que los niños pinten y hagan manualidades. Las hojas blancas impresas por una sola cara sirven como borradores para los estudiantes. Y los papeles brillantes y delgados los entregamos a los talleres de pintura, donde los reutilizan en el proceso creativo”.

Así lo explicó Tong Bich Thuy, fundadora del grupo, al detallar los nuevos usos que encuentran a los papeles reciclados en su proyecto ecológico.

Cada año, según estadísticas, las grandes fábricas de papel en Vietnam desechan alrededor de 20 mil toneladas de residuos, compuestos sobre todo por nylon, polvo y restos de papel. A esta cifra se suman los desechos de la vida diaria, como documentos de oficina usados, volantes publicitarios, calendarios vencidos o cuadernos incompletos. Sin clasificación previa, estos materiales terminan mezclados con la basura doméstica, desaprovechando recursos y sobrecargando el sistema de gestión ambiental urbana.

Ante esta preocupante realidad, Thuy y su equipo comenzaron a difundir en redes sociales la importancia del reciclaje y cómo los residuos cotidianos pueden “revivir” su ciclo de vida y convertirse en objetos útiles. En poco tiempo, cientos de personas se unieron a la iniciativa, entregando sus papeles usados en los puntos de recolección.

“En la primera fase de recolección éramos unas 20 personas. En la segunda pedimos apoyo a estudiantes universitarios y a quienes disponían de tiempo libre. Es fundamental clasificar los papeles reciclables y seguir un protocolo establecido para que el trabajo resulte más sencillo”, señaló Thuy.

Muchas personas responden con entusiasmo a las actividades promovidas por el grupo “Ruta para reducir residuos” en Hanói, llevando papeles usados a los puntos de recolección. (Foto: Cortesía del Grupo)

Una integrante del grupo, Nguyen Thu Huong, contó que, tras mucho esfuerzo, los primeros cuadernos terminados se entregaron a estudiantes con discapacidad visual, lo que motivó al equipo a seguir adelante. Al conocer la iniciativa, numerosas familias comenzaron a clasificar el papel en sus hogares antes de llevarlo a los puntos de recolección.

Ahorrar papel significa conservar los recursos del país. El papel desechado puede tener una nueva vida si se recicla; un pequeño esfuerzo individual adquiere gran valor cuando se suma la participación de todos.

El grupo empezó con apenas 20 integrantes, entre ellos, amigos cercanos que trabajaban de noche y durante los fines de semana. Cada paso, desde clasificar hasta separar y preparar el papel para su reutilización, fue realizado por los propios jóvenes.

Su labor no solo genera cuadernos, sino que impulsa un cambio de conciencia en la comunidad. Al respecto, Le Anh Dung, estudiante de la Universidad de Bellas Artes Industriales, destacó: “Un calendario usado puede parecer insignificante para una persona, pero si toda la comunidad participa, podemos recolectar miles de hojas, reducir residuos y generar productos útiles para otros”.

La “Ruta para reducir residuos” sigue creciendo. Cada mes se suman nuevos voluntarios, y escuelas y empresas solicitan convertirse en puntos de acopio. Los cuadernos recién elaborados se destinan a niños de zonas remotas, estudiantes con discapacidad visual y familias en situación vulnerable.

Aunque modesta, la iniciativa de este grupo de jóvenes de Hanói tiene un impacto notable. Su proyecto demuestra que reducir residuos no exige grandes inversiones, sino adoptar hábitos sencillos: conservar hojas en blanco, reutilizar calendarios antiguos y entregarlos a quienes pueden darles un nuevo uso.