(VOVWORLD) - La Organización Mundial del Comercio (OMC) publicó el 16 de abril un informe en el que advierte que el comercio de mercancías del mundo sufrirá una fuerte contracción este año y alertó, además, sobre los efectos de las políticas arancelarias de Estados Unidos, que podrían provocar la peor recesión económica global desde el punto más crítico de la pandemia de covid-19.
El informe, titulado “Perspectivas del Comercio Mundial y Datos”, prevé que el comercio global de mercancías disminuirá un 0,2% en 2025, una caída considerable frente a la estimación anterior de crecimiento del 3% publicada en octubre pasado.
Foto: Reuters. |
Una contracción significativa
El principal factor que explica esta evaluación pesimista de la OMC deviene de la nueva política arancelaria de Estados Unidos. Desde el mes pasado, el gobierno estadounidense inició una “guerra arancelaria”, imponiendo un arancel del 10% a las importaciones provenientes de todo el mundo, junto con tasas del 25% para el acero, el aluminio y los automóviles.
Más preocupante aún es la posibilidad de que entren en vigor aranceles de represalia aplicables a más de 180 economías, con tasas que oscilan entre el 10% y el 39%, a pesar de que el presidente Donald Trump ha decidido suspender temporalmente estas medidas durante 90 días para arrancar negociaciones.
En particular, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, las dos mayores economías del mundo, continúan en aumento, alcanzando un punto de difícil conciliación, ya que ambas potencias imponen aranceles extremadamente elevados a los productos del otro.
Frente a este escenario, la OMC advirtió que, si Donald Trump implementa plenamente el plan arancelario previsto, el crecimiento del comercio mundial de mercancías se reduciría en 0,6 puntos porcentuales. Este escenario implicaría una contracción total del 1,5%, la más pronunciada desde el año 2020.
La decisión de Washington de posponer durante 90 días la aplicación de aranceles de represalia tampoco ha logrado reducir la incertidumbre que pesa sobre el comercio mundial. Pamela Coke-Hamilton, directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional (ITC), organismo dependiente de las Naciones Unidas, señaló: “La extensión indefinida de 90 días todavía no aporta estabilidad. Independientemente de si este plazo se amplía o no, la realidad actual es que no existe estabilidad ni capacidad de previsión, y esto afectará al comercio y a las decisiones prácticas de las empresas”.
No solo el comercio global se está viendo afectado, sino que el sector de servicios también sufrirá un fuerte impacto. La OMC prevé que el comercio de servicios crecerá un 4% este año y un 4,1% en 2026, cifras considerablemente inferiores a las proyecciones anteriores de 5,1% y 4,8% respectivamente. Ralph Ossa, economista jefe de la referida entidad, advirtió: “Aunque los servicios no se vean afectados de forma directa por los aranceles, sí sufrirán consecuencias derivadas. La contracción del comercio de bienes reducirá la demanda de servicios asociados como el transporte, la logística y, al mismo tiempo, la creciente inestabilidad económica global frenará el turismo y los servicios vinculados a la inversión".
Crecen los riesgos en el escenario global
De hecho, los peores escenarios aún no se han descartado. Según la directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, la principal preocupación de la organización es el riesgo de que las economías de China y Estados Unidos se desacoplen. De concretarse este escenario, se estima que el PIB mundial podría reducirse en un 7% a largo plazo. Compartiendo esta advertencia, las agencias internacionales de calificación Fitch y S&P señalaron el 17 de abril que, excluyendo el excepcional 2020 por la crisis sanitaria, el crecimiento económico mundial previsto para este año sería el más débil desde 2009, con estimaciones de apenas entre el 2% y el 2,2%.
Crecen preocupaciones sobre la economía estadounidense
Incluso en Estados Unidos, el país que inició esta guerra arancelaria, las señales de inquietud económica comienzan a hacerse evidentes. Durante una intervención el 16 de abril en el Club Económico de Chicago, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, sostuvo: “El gobierno de Estados Unidos está llevando a cabo cambios de política significativos, centrados especialmente en el ámbito comercial, y es muy probable que estas medidas nos alejen de los objetivos previamente trazados. Es previsible que el desempleo aumente a medida que se desacelera la economía, y que la inflación se incremente con la entrada en vigor de los aranceles, lo que afectará, en parte, los ingresos de los ciudadanos”.
Según Powell, enfrentar simultáneamente una desaceleración económica, un aumento del desempleo y una mayor inflación sería un fenómeno sin precedentes para la Fed en los últimos 50 años, lo que representaría un desafío considerable para la gestión de la política monetaria.
Ralph Ossa, economista jefe de la OMC. (Foto: wto.org) |
El presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, también expresó su preocupación de que la política arancelaria del presidente Donald Trump está colocando a la Fed en una situación difícil, ya que los aranceles a las importaciones generan un choque de oferta, lo que perjudica simultáneamente los dos mandatos principales de la Fed: controlar la inflación y fomentar el empleo. Según Goolsbee, nunca antes esta institución se había enfrentado a una disrupción de esta magnitud.
Sin embargo, Powell aclaró que, por ahora, la Fed no ajustará su política monetaria de manera inmediata, sino que esperará recopilar más datos para evaluar con mayor precisión el impacto de estas nuevas políticas sobre la economía nacional.
Estas declaraciones de la Fed son vistas como la advertencia más contundente hasta la fecha contra la política arancelaria de la administración Trump. Según David Russell, director de estrategia de mercados globales en TradeStation, esta alerta también implica que la Fed no reducirá las tasas de interés en respuesta a las presiones de la Casa Blanca.
Los analistas coincidieron en que la situación actual podría intensificar aún más las ya frágiles relaciones entre la administración de Trump y la Fed, una institución que, por ley, opera de forma independiente del poder ejecutivo.