El plan de 28 puntos elaborado por enviados especiales de Estados Unidos y Rusia fue anunciado por el gobierno del presidente Donald Trump el 20 de noviembre último. Se dice que está inspirado en el plan de paz de 20 puntos para Gaza, cuya fase 1 Washington promovió el pasado septiembre.

Nuevos esfuerzos de paz

La reciente iniciativa impulsada por Estados Unidos gira en torno a cuatro pilares principales: promover la paz en Ucrania, garantizar la seguridad, fortalecer la seguridad europea y definir la futura relación entre Estados Unidos, Rusia y Ucrania.

Entre las exigencias para la nación eslava, Kiev debe aceptar concesiones territoriales en la región del Donbás, así como en las provincias de Jersón, Zaporiyia y la península de Crimea; abandonar su intención de unirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y limitar su ejército a un máximo de 600.000 soldados.

Por la parte rusa, al menos 100 mil millones de dólares de activos rusos, actualmente congelados por Occidente, estarán destinados a un fondo gestionado por Estados Unidos para invertir en la reconstrucción de Ucrania.

Kiev y sus aliados europeos se opusieron a este plan, alegando que contenía demasiadas disposiciones favorables a Moscú. Bajo intensa presión diplomática europea y la presión interna, la administración Trump tuvo que eliminar la fecha límite del 27 de noviembre para la respuesta de Ucrania y, al mismo tiempo, negoció con ésta y los países europeos en Ginebra (Suiza) para ajustar el plan original.

De acuerdo con Jaroslava Barbieri, investigadora del Foro de Ucrania en Chatham House (Reino Unido), desde la perspectiva de Kiev y los países europeos, el plan original de 28 puntos resultaba difícil de aceptar.

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“Este plan de 28 puntos contiene aspectos innegociables desde la perspectiva de Ucrania, como la reducción de las capacidades actuales del ejército ucraniano y, lo más preocupante, las concesiones territoriales a Rusia, incluyendo áreas que Rusia no controla actualmente en la región del Donbás”, explicó la experta.

Tras la reunión del 23 de noviembre en Ginebra, altos funcionarios estadounidenses y ucranianos afirmaron que se habían logrado “avances importantes”, y según medios occidentales el plan original fue modificado, quedando solo en 19 puntos.

A su vez, líderes europeos se mostraron optimistas al afirmar que se habían escuchado mejor los intereses y las opiniones de Ucrania y Europa.

Mientras tanto, este martes 36 países de la “Alianza de los Voluntarios” efectuaron una reunión en línea con Ucrania para defender las propuestas europeas. Según el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Johann Wadephul, la pelota está ahora en la cancha de Rusia, mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, se mostró más cauto y afirmó que aún quedan muchos aspectos por aclarar. 

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“El plan propuesto por Estados Unidos es un paso en la dirección correcta hacia la paz. Sin embargo, hay muchos detalles que requieren más debate, negociación y revisión”, sostuvo Macron.

Criterio de Rusia

La pregunta ahora es cuál será la respuesta de Moscú. En su primera reacción, el 24 de noviembre, el asesor de política exterior del presidente ruso, Yuri Ushakov, calificó los ajustes propuestos por la parte europea de “poco constructivos” e inaceptables.

El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, también se negó a dar evaluaciones sobre las recientes conversaciones entre Ucrania y los países occidentales en Ginebra y afirmó que su país las consideraría cuando reciba una propuesta oficial de Estados Unidos. Lavrov enfatizó que Rusia espera que cualquier plan se base en el consenso alcanzado por el presidente Vladímir Putin y su par Donald Trump, durante su encuentro el pasado agosto en Alaska.

Ante la impredecible situación actual, Donald Trump anunció el propio día que el enviado especial, Steve Witkoff, viajará a Moscú para reunirse con el presidente Putin y discutir un nuevo plan de paz.

Según los observadores, si bien el plan de paz de 28 puntos representa un gran esfuerzo por parte de Estados Unidos y fue inicialmente bien recibido por las partes, el diferendo entre Rusia, Ucrania y los países europeos dificulta la consecución de un acuerdo.

El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, si bien se mostró optimista tras las negociaciones del 23 de noviembre, admitió que aún existen dudas sobre la respuesta de Moscú.

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“La parte rusa también tendrá derecho a opinar sobre este plan, por supuesto, ya que desde el principio hemos consultado su opinión a través de diversos canales. Independientemente de lo que se logre en Ginebra, tendremos que ver si Ucrania y Rusia pueden llegar a un acuerdo. La parte rusa debe aceptarlo para que el plan pueda implementarse”.

Otro tema importante radica en qué mecanismo se adoptará. Ucrania y Europa han defendido firmemente la idea de que todas las conversaciones deben contar con la participación de Ucrania y Europa, mientras que Rusia y Estados Unidos priorizan las negociaciones bilaterales directas entre ambas partes y rechazan las negociaciones trilaterales.

El presidente Donald Trump enfatizó la víspera que sólo celebraría una reunión trilateral con los líderes de Rusia y Ucrania si estaba seguro de que se alcanzaría un acuerdo. Por lo tanto, las próximas etapas negociadoras aún enfrentan muchas incertidumbres.