(VOVWORLD) - El conflicto en la Franja de Gaza entre Israel y el movimiento islámico Hamás, iniciado el 7 de octubre de 2023, sigue dejando un saldo devastador en términos humanos y materiales, además de alterar profundamente el tablero geopolítico internacional. Sin embargo, el escenario de una posible salida negociada parece hoy más cercano que nunca.
El 7 de octubre de 2023, Israel lanzó una amplia operación militar en Gaza, territorio controlado por Hamás, en represalia por la ofensiva del grupo palestino contra varias localidades israelíes, que dejó cerca de 1.200 muertos y cientos de personas secuestradas.
El secretario general de la ONU, António Guterres. (Foto: REUTERS/Mike Segar) |
Una catástrofe humanitaria
Dos años después, Gaza se ha convertido en el epicentro de una de las peores crisis humanitarias de las últimas décadas. Según el Ministerio de Salud del enclave, hasta el 6 de octubre más de 67.000 personas han muerto y unas 170.000 han resultado heridas. Cerca del 80% son civiles palestinos, en su mayoría mujeres y niños. En Israel, las víctimas también se cuentan por miles: solo en el ataque de Hamás del 7 de octubre murieron unas 1.200 personas y centenares fueron tomadas como rehenes, muchos de los cuales fallecieron durante su cautiverio.
A las pérdidas humanas se suma la devastación material. La infraestructura de Gaza desde la electricidad y el agua hasta las escuelas y los servicios básicos ha quedado prácticamente destruida. De los 36 hospitales existentes, apenas 14 funcionan de manera parcial y en condiciones críticas por la falta de suministros médicos, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La crisis alimentaria agrava aún más la tragedia. El 22 de agosto, las Naciones Unidas declaró que Gaza atraviesa una hambruna, la primera registrada en Oriente Medio. Medio millón de personas padecen inseguridad alimentaria “catastrófica”, cifra que a finales de mes se elevó a 650.000, es decir, un tercio de la población del territorio. La magnitud de la tragedia ha sacudido a la comunidad internacional. El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió: “Lo que ocurre hoy en Gaza es espantoso. Somos testigos de la destrucción masiva de barrios residenciales, de la devastación sistemática de la ciudad y de la matanza de civiles en una magnitud que no recuerdo en ningún otro conflicto desde que asumí como secretario general de la ONU. Llámese como se llame lo que está sucediendo, la verdad es que resulta moral, política y jurídicamente intolerable”.
El conflicto en Gaza también ha tenido un fuerte impacto en la seguridad regional y ha transformado las relaciones internacionales. En su segundo año, la violencia ha encendido otros focos de tensión en Oriente Medio, en particular los choques entre Israel y la milicia chií Hezbolá en Líbano, y de manera aún más grave la confrontación directa de 12 días (del 13 al 25 de junio) entre Israel e Irán, la más intensa en décadas, que provocó además la intervención militar directa de Estados Unidos.
En el plano internacional, la indignación por la política de mano dura de Israel y la crisis humanitaria en Gaza ha llevado a varios de sus aliados occidentales a reconocer oficialmente al Estado palestino, aumentando el aislamiento diplomático de Tel Aviv. Sanam Vakil, directora del Programa de Oriente Medio y Norte de África de Chatham House (Reino Unido), afirmó: “La consecuencia de una estrategia militar inflexible y sin horizonte de finalización por parte de Israel es el contragolpe que el propio país está experimentando, tanto a nivel regional como internacional, donde se encuentra más aislado que en cualquier otro momento de las últimas décadas”.
¿Una luz al final del túnel?
Al entrar en su tercer año, el conflicto en Gaza afronta una presión creciente para ponerle fin de inmediato. En Estados Unidos y en varios países europeos aliados de Israel, la indignación pública ante la catástrofe humanitaria en la Franja se intensifica, generando riesgos de inestabilidad interna y forzando a los gobiernos occidentales a involucrarse más activamente en la búsqueda de una solución.
Campamento de tiendas de campaña de palestinos en la zona de Mawasi, en Jan Yunis, al sur de la Franja de Gaza, el 4 de octubre de 2025. Foto: REUTERS/Ramadan Abed. |
En el propio Israel, las protestas ciudadanas para exigir un acuerdo con Hamás que permita liberar a los rehenes y detener la guerra se han multiplicado. A ello se suman las voces de políticos y académicos israelíes que advierten de que lo que ocurre en Gaza ha traspasado numerosas “líneas rojas” en los planos ético y legal.
En este contexto, el 29 de septiembre el presidente estadounidense Donald Trump presentó un Plan de Paz de 20 puntos para Gaza, centrado en la retirada de las tropas israelíes, el desarme de Hamás y la administración provisional del enclave por un Comité Internacional de Paz. Trump aseguró que, de aceptarse el pacto, el alto el fuego sería inmediato y se iniciaría la reconstrucción de la Franja.
Los analistas consideran este plan la mejor oportunidad real hasta ahora para poner fin al conflicto. No obstante, Amjad Iraqi, experto en Israel y Palestina del Grupo de Crisis International (ICG), advirtió que su viabilidad depende de definir el papel de la Autoridad Palestina en la futura arquitectura política de Gaza. En este sentido, subrayó que la intervención de los países árabes será clave para convencer a Washington de adoptar una postura más equilibrada frente a la actual tendencia a marginar a la Autoridad Palestina del futuro del enclave.
Aunque persisten las cautelas, las primeras reacciones de Israel y Hamás apuntan a un tenue rayo de esperanza hacia una posible “luz al final del túnel”. Israel ha aceptado una línea inicial de retirada militar en Gaza, mientras que Hamás se muestra dispuesto a negociar aspectos clave, incluida la liberación de rehenes. El 6 de octubre, delegaciones de ambas partes mantuvieron conversaciones indirectas en El Cairo sobre el Plan de Paz de 20 puntos, lo que abre la posibilidad de avances de mayor calado en los próximos días.